La Zamba para no morir está hecha de un desgarro que ni el
mismo autor de la letra, Hamlet Lima Quintana, ni los diferentes intérpretes
que han cantado, han llegado a comprender. Un poco mejor comprendieron quienes hicieron
la música, Norberto Jorge Ambrós y Héctor Alfredo Rosales.
El poema de Lima Quintana tiene toques inspirados en medio
de una cantidad de convencionalidades. Dice “con el cuero asombrado me iré” y “Veo
el campo (…) y estas ganas de amar”. Es un caso muy típico de un artista
que consigue convocar algo suculento y luego le da forma con lo que tiene a
mano, en general materia mediocre.
Entre los cantantes que hicieron versiones, abrió camino el
estridente Hernán Figueroa Reyes, que entendió la zamba con todo lo que tenía, no más que una voz tersa y estridencia. Luego encuentro en youtube, que Abel Pintos hizo algo
perfecto; más perfecta aún hay una rareza de L'Arpeggiata, formación de una
austríaca Christina Pluhar que grabó con instrumentos barrocos una colección de
temas folclóricos latinoamericanos, cantada por un soprano Vincenzo Capezzuto.
León Gieco tiene una versión más cercana a la tragedia que es el asunto del
tema. Y Mercedes Sosa hizo la mejor versión, que parece insuperable. Como
muchas cosas que hizo ella, luego de escucharla no se sabe cómo podrá hacerse
otra vez. Sin embargo, tiene el pecado insoportable de creer que la música es
linda porque se la haga agradable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario