viernes, 6 de marzo de 2015

Zamba para no morir


La Zamba para no morir está hecha de un desgarro que ni el mismo autor de la letra, Hamlet Lima Quintana, ni los diferentes intérpretes que han cantado, han llegado a comprender. Un poco mejor comprendieron quienes hicieron la música, Norberto Jorge Ambrós y Héctor Alfredo Rosales.
El poema de Lima Quintana tiene toques inspirados en medio de una cantidad de convencionalidades. Dice “con el cuero asombrado me iré” y “Veo el campo (…) y estas ganas de amar”. Es un caso muy típico de un artista que consigue convocar algo suculento y luego le da forma con lo que tiene a mano, en general materia mediocre.
Entre los cantantes que hicieron versiones, abrió camino el estridente Hernán Figueroa Reyes, que entendió la zamba con todo lo que tenía, no más que una voz tersa y estridencia. Luego encuentro en youtube, que Abel Pintos hizo algo perfecto; más perfecta aún hay una rareza de L'Arpeggiata, formación de una austríaca Christina Pluhar que grabó con instrumentos barrocos una colección de temas folclóricos latinoamericanos, cantada por un soprano Vincenzo Capezzuto. León Gieco tiene una versión más cercana a la tragedia que es el asunto del tema. Y Mercedes Sosa hizo la mejor versión, que parece insuperable. Como muchas cosas que hizo ella, luego de escucharla no se sabe cómo podrá hacerse otra vez. Sin embargo, tiene el pecado insoportable de creer que la música es linda porque se la haga agradable.





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