Aceptamos de rodillas, sin protestar, la amnesia que padecemos
desde el nacimiento hasta cierta edad.
Nuestra consciencia empieza con una resignación humillante.
Empezamos a conocer a partir de un “no es posible”.
Empezamos con una derrota indigna.
¿Por qué?
Hay explicaciones.
Sí, ¿y qué?
También el mal puede explicarse.
¿Por qué aceptar?
Hace años que estoy definiendo qué es lo que pinta Laura
Romero. Ayer solamente con una fiebre alta pude entender que pinta las cosas
que vemos antes de recordar.
Los seres, los movimientos, las luces que veíamos.
Laura es maravillosa. Quiero decir, es una sacerdotisa, una
shamán, una bruja, como se llame a esas personas que son capaces de conectar
con otra realidad tan real como esta. Tal como es la realidad de esos años que
no recordamos.
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