Fernández es un muchacho muy inexistente. Nadie lo percibe. Y no es que tenga algo
para decir y no lo dice porque es tímido o corto. No. No tiene nada para decir.
No piensa nada.
No se le ocurre
nada.
Se pone la misma
ropa que le compraba su mamá cuando vivía con su familia, 20 años atrás.
Va a trabajar y
nada más.
No tiene deseos.
Bueno, sí, tiene
el deseo de estar con una chica.
Y la historia es
que se enamoró de una chica que entra y sale del hospital psiquiátrico.
Y ella se enamoró
de él.
Casi no se pueden
ver, porque además ella tiene dos hijos.
Pero cada tanto
se ven, en una plaza.
Se sientan en un
banco y se besan durante horas.
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