Mi mamá tenía un loro que le habían traído ya adulto, a lo
mejor viejo.
Se negaba a aprender lo que mi mamá le enseñaba, sólo decía
y cantaba cosas de su repertorio.
Cantaba una canción de la misa que se llama Alabaré, creo.
Pero se sabía nada más que la palabra "alabaré".
Cantaba "alabaré, alabaré, alabaré, alabaré... " y
en vez de decir "mi señor", que era lo que seguía, empezaba de nuevo:
"alabaré, alabaré, alabaré, alabaré..."
Mi mamá decía que tenía el disco rígido rayado, pero mi
mamá, como toda persona buena, no sospechaba de la maldad de los demás.
Porque escuchen: el maldito loro cantaba eso ¡cuando mi
mamá lavaba la ropa!
Era obvio que lo hacía a propósito, para agarrar para la
joda a la humana que lo alimentaba, le limpiaba la jaula y lo tapaba con una
cobija en invierno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario