domingo, 25 de octubre de 2020

Cara a cara

 De repente, rebrota en los países capitalistas de Occidente lo extremadamente retrógrado que creíamos enterrado para siempre.

 

En Argentina aparecen los enfurecidos contra el peronismo, los defensores de la dictadura del 76, el espanto ante las hordas invasoras, la defensa criminal de la propiedad privada.

Todo en un tono delirante y ultraviolento.

 



Todo tiene su lado bueno y su lado malo.

No está mal que salgamos del ingenuo error de pensar que algo “enterrado para siempre” es algo superado.

Toda construcción social, desde la más gloriosa hasta la más demoníaca, puede ser reprimida, pero desde el subsuelo no deja de ejercer su influencia y puede resurgir en cualquier momento.

Resucitada la inmundicia asesina de la dictadura militar argentina y todo lo que ella concentró, podemos tener cara a cara los impulsos que envenenan nuestra sociedad.

Puestos sobre la mesa sus planteos increíbles, pero totalmente sinceros, podemos discutir los temas de fondo.

 

¿Propiedad privada para unos pocos o bienestar de todos?

¿Una sociedad en la que los blancos tienen derechos sobre los negros?

¿Los hombres sobre las mujeres?

¿Los machos sobre los putos y las tortilleras?

¿La violencia es lícita?

¿La ley debe ser respetada?

 

La brecha es atávica. Comenzó con la invasión de los españoles de los territorios que hoy son Argentina. O quizás comenzó antes, con la sociedad de clases. Y quizás había brechas horribles entre las sociedades que habitaban estas tierras.

Podemos tener el deseo de superar la brecha, pero sin una discusión en la realidad, sólo se la enciende.

A quien intenta solucionar la brecha sólo con buena onda, la brecha de lo come.

 

Hay una estrategia que se llama Revolución.



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