jueves, 6 de julio de 2023

Quien mira la vida de otro

Carlos Fuentes, creo que citando a alguien, dijo que los rusos no escriben novelas sobre personajes sino sobre almas.

Una corrección similar es necesaria para comprender que los chinos no te miran, sino que miran tu vida.

Pienso en qué mira mi padre de mí y qué mira Yang Ke cuando mira a su novio latinoamericano. En realidad fue la sorpresa de él lo que me suscita este pensamiento. Yang Ke ha observado en silencio a Martín ("Ma-tín", le dice ella), y vio que es un muchacho de alma bohemia, que jamás hará dinero ni jamás podrá dejar de dibujar, leer poemas, tener charlas de toda una noche sobre cualquier tema. Lo ha aceptado como es —altamente inconveniente como pareja, pero ella está enamorada de él. Como lo chinos, Yang Ke manifiesta su amor en obras de benevolencia para la persona que quiere. Entonces, alquiló una pequeña sala en un parque de Beijing, para que Martín dé clases de dibujo.

Es decir, ella lo favoreció mejorándole la vida, encauzándola y convirtiendo la etérea nube que tiene en la cabeza, en subsistencia.

Él quedo anonadado; no conocía esa clase de amor.

Así, mi padre observa qué quiero, piensa en cómo puedo conseguirlo, analiza dónde me trabo, lo que es irremediable, cuáles son las circunstancias de mi vida y, si puede, me ofrece una ayuda.







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