viernes, 31 de octubre de 2025

El buen error

 La película The Matrix encontró uno de esos conceptos que consiguen expresar una clave que todo el mundo quería decir, que todo el mundo tenía en la cabeza, y nadie conseguía formular. (Así es como se representa a la masa, cognitiva, ideológica, políticamente).

El concepto era “un error en la Matrix”.

Muchos lo adoptamos inmediatamente, no como algo externo, sino que hicimos nuestro el término que expresaba una idea que ya teníamos. Pronunciada, nos permitía transmitir mejor nuestro pensamiento y nos permitía ver más fluidamente la realidad.

Resulta interesante que eso que festejamos poder decir, un error sea positivo, porque es la llave para: 1) comprender que no vivimos en una realidad real, por así decirlo, sino en una ficción, en un software, y 2) la posibilidad de liberarnos de esa realidad, que, naturalizada como real, nos somete, esclaviza y parasita.

El error es la oportunidad de la liberación.

“La máquina no puede ser boluda”, dice Miguel Benasayag para argumentar que mas máquinas están hechas para no errar.


 


PD. Llego a este pensamiento porque tuve la antipatiquísima, noción de que los hijos varones, en tanto coincidimos con nuestra mamá, le damos la razón fervorosamente, somos su soldado que cumple sus deseos, su abogado defensor, su apoyo voluntario y entusiasta, su prótesis; en esa posición, somos un error de la Matrix.

Si aprendemos eso como hijos, a los papás de varones nos toca estar conscientes del tema.


 

jueves, 30 de octubre de 2025

Nancy

 Este es mi recuerdo de Nancy.

Nancy era tan buena que asustaba. 

Daba todo lo que tenía, te cubría con su amor, te quería más de lo que vos podías quererla, más de lo que merecías; te quedabas siempre asombrado de cuánto quería, porque era inconcebible que una persona quisiera tanto.

Tenías razón en asustarte.

Más aún porque si la lastimabas —porque además era hipersensible y la mínima cosa la lastimaba—; si la lastimabas cometías un pecado.

Un pecado, una puñalada a la inocencia y a Dios.

Era un pecado porque no se le puede hacer mal a alguien que te da todo de corazón, sin esperar nada, porque necesita darlo, porque llora de felicidad cuando te ve feliz.



miércoles, 29 de octubre de 2025

Coyuntura - Karma

Me quiebra que 4 de cada 10 argentinos no le digan que no a una banda que se sodomiza y nos sodomiza a todos entregándole la Argentina a otro país.

Que no le digan que no a quien juró destronar la casta y acaba poniendo una casta peor, hecha de necios, estafadores, corruptos, incapaces, traidores, en todos los cargos.

Me quiebra que 4 de cada 10 argentinos no le digan que no a la crueldad inhumana de maltratar a los chicos enfermos, a los discapacitados, a los viejos.


Por otra parte, 6 de cada 10 no le dijeron que sí.

Y de los 4 que no le dijeron que no, a lo mejor algunos tampoco le dijeron que sí.


Como sea, estamos en un momento estrafalario en la humanidad.


Claro, pasó la pandemia. 

Pasa África.

Pasó el infierno de los nazis en Europa y de los japoneses en China.

Pasan los millones en balsas.

Pasó Hiroshima.

Pasa Gaza.


Las cosas tienen efectos.

Karma.


Se habla de armas gusanos cibernéticos que pueden hacer estallar usinas nucleares.

De huracanes creados y dirigidos a una determinada zona.

De misiles hipersónicos que van a 19.600 kilómetros por hora.

De ataques de miles de millones de arañas robot.

De torpedos que crean tsunamis radiactivos y asesinan a toda una ciudad inundada por la ola.


En ese mundo, no resulta tan extraño un presidente insano.


Nos conviene tomarnos unos mates, enfriar la cabeza, ser buena gente y dar una mano al que lo necesite.




sábado, 25 de octubre de 2025

Pérdida y recuperación de la intimidad

Una vez tuvimos intimidad.

Tanta intimidad, que era difícil ser uno sin el otro.

Fer, Richard, Pau, Carlitos, Axel, Dani, Euge, la Chiquita, Cris, Su, Gustavo, Marce, Andre, Javi, Nati, Moni, Ricardo, Lau, Oscar, Marie, Mercedes, Vero, Mauricio, Pablo, Fer.

Nos veíamos todos los días. Viajábamos juntos.

Uno se quedaba a dormir en la casa del otro espontáneamente. 

Perdíamos infinitas horas juntos.

Después vino la edad y la pandemia. 

La pandemia selló lo que la madurez había hecho: intimidades separadas.

La vida nos llevó por diferentes caminos. Muchos encapsularon la intimidad en su parejas, sus familias.

Sin embargo, no toda la intimidad se perdió. 

Sabemos cosas de otros que nadie más sabe. 

Juntos vivimos cosas que nos hicieron quienes somos. 

Esas intimidades quedaron en cajas, o las tiramos a la basura, o están en fotos, o en una corteza perdida del cerebro.

Quizás se active una partícula de intimidad un instante, “¿te acordás del día que atamos a Ana cuando estaba dormida y nos fuimos todos al examen y la dejamos?” “¿Y cuando estábamos muy locos y caminamos a la cumbre del cerro a ver los relámpagos? ¿Te acordás que aquella Tini que parecía sueca, se había llevado una frazada para abrigarse y dijimos que parecía una cautiva, y dijimos que en ese lugar seguro hubo cautivas un siglo atrás, que fueron iluminadas por los relámpagos, como nosotros mientras decíamos eso?*




Estoy idealizando, quizás.

Quizás estoy recordando una idealización.

Sin embargo, convierto la intimidad en verdad utilizando la nostalgia.

En este momento es verdad que tuvimos intimidad.

Es verdad porque hago que hayamos tenido intimidad.

Pero no hicimos lo suficiente con esa intimidad —sí lo hicimos en el momento. En el momento fue pleno, pero ahora esa intimidad está en algún lugar y no hacemos nada.

No es para esta desidia que el Universo se conjugó durante miles de millones de años, de modo que naciéramos y nos encontráramos.

No es para que desperdiciemos lo que podemos hacer juntos que existe Dios en la eternidad, y creó los cielos y la tierra, la luz de las tinieblas, las criaturas, los hombres y finalmente a nosotros.

Nuestra intimidad está hecha de todo eso.

Nuestra intimidad es más que nosotros.


La misma gente

En el vagón del subte, observo a la gente que está sentada delante de mí. 

A la extrema izquierda hay un tipo de mi edad. Zapatillas, jeans y remera. En todo eso nos parecemos. Pero usa una gorra. Si usa esa gorra, no somos la misma gente. 

 

Junto a él hay una chica sub40. Está leyendo un libro en papel. Eso me gusta y me resulta familiar, pero toda su ropa es nueva. Con esa ropa tan nueva y tan jovencita, no somos la misma gente.

 

Al lado hay un matrimonio, también de mi edad. El tipo tiene unas expresiones que puedo leer fácilmente. Pero están muy acomodados en la vida, establecidos para siempre. Algo tan ajeno a mí.

 

Luego hay una señora, no vieja, pero grande. Parece estar trabajando. Claramente es una profesional. Tiene una cara de amarga tremenda. Tampoco formaría parte de mi barra.

 

Al costado hay un nene, de 19 o 20 años. Los jóvenes son la mejor gente, pero sólo puedo tener un trato eventual con ellos. 

 

A mi costado tengo dos chicas. Tienen las uñas esculpidas. Hablan rapidísimo… Paraguayas. 

 

Al otro lado tengo un tipo joven. El corte de pelo, la cara bronceada, el pilotín, todo lo pinta concheto homogeneizado. De otro mundo.

 

Está eso de la tribu.
Somos nosotros, los demás son otros. No nos mezclamos.

Somos los Pérez Amuchástegui.

Somos los Passini, los Jiterman, los Saravia. 

 




No estoy diciendo que es malo, sólo que ocurre.

Cuando viven en otros países, los chinos se casan con chinos.
En Estados Unidos los blancos anglosajones protestantes se casan con blancos anglosajones protestantes.

Las modelos se casan con polistas.

Cuando tenía 14 años me enamoré con toda mi alma de una chica de otra ciudad porque éramos tan parecidos, pensábamos tan lo mismo, sentíamos tan lo mismo, que ella era más cercana que una prima.

Cuando tenía 33 y me había casado, llegó adonde yo vivía en las montañas Lola. Habíamos tenido un amorío pasajero muchos años antes, cuando cursábamos en la universidad, pero lo que tuvimos antes y después del amorío era una relación especial. Por algún motivo nos pertenecíamos. Era algo que estaba más allá de nosotros. Incluso estaba más allá de la posibilidad de que hiciéramos pareja —no seguimos de novios porque no nos soportábamos. Nunca se lo dije, pero yo pensaba en algo que una vez me dijo un cura, que cuando las personas se casan ante Dios, atan algo que luego no está a su alcance y ya no pueden desatar nunca. “Que el hombre no desate lo que Dios ha atado”.  No necesité decírselo a Lola porque ella, no siendo católica, siendo judía descendiente de rusos y no compartir ningún origen conmigo, me dijo: “¿por qué te casaste con esta mujer? ¿Porque es la más linda del pueblo? Sí, te casaste con la más linda del pueblo, ¿y ahora qué? ¡¿Y ahora qué?!¿No sabés que yo sólo hubiera tenido hijos con vos?” La odié cuando me dijo esto, me enfurecí con Lola, le pedí que se fuera. Pero sabía que tenía razón. Tenía toda la razón.
No sé de qué está hecha la pertenencia, pero es un tema que no es posible ignorar.

viernes, 24 de octubre de 2025

Coyuntura — Elecciones del 26 de octubre

Llueve un poco pesado.

Llega el colectivo a la parada.

Sube una chica.

A cinco metros de la parada, en dirección contraria al colectivo, viene una señora, quizás de más de 80 años.

Se apura para que el colectivo no se vaya. Es un colectivo que tiene una pésima frecuencia.

El colectivero cierra la puerta, arranca y se va.

Queda la señora bajo la lluvia.

Pienso que las personas que votan a Milei son como el conductor.

*    *    *

En las elecciones del 26 de octubre, todos reclamarán el triunfo, a todos se les asignará la derrota, no se sabrá quién ganó, no habrá acuerdo sobre qué será la victoria, qué será la derrota.

Cantarán victoria los medios pagados por el Gobierno, cantarán victoria los periodistas progres, se burlarán los jóvenes streamers.

Cada uno saldrá con una narrativa.

Ya las tienen todas preparadas.

Claro, viven de eso.

Los boludos de a pie tenemos una linda oportunidad de ejercer la soberanía cognitiva.

Una, dos ideas alcanzan.

Por ejemplo, paren un poco.

Por ejemplo, educación para todos —con los pobres en la universidad y en el CONICET.

Por ejemplo, ni habría que hablar del Garrahan.

Por ejemplo, las dos presas políticas libres ya.

Por ejemplo, justicia social.

*    *    *

Es sólo un episodio, no se puede generalizar, igual que lo del colectivero, pero es interesante y novedoso este comportamiento de la izquierda: ante un eventual y ambiguo triunfo del campo popular, empiezan a pelearse:

https://x.com/matibritook/status/1981487185418473653




jueves, 23 de octubre de 2025

Ningún desierto

Ya casi jubilada, una profesora de Literatura pudo cumplir un sueño de toda su vida, viajar a España para ver el país del Quijote.

A su regreso, dijo en una clase que había llorado cuando vio las llanuras por las que habían cabalgado Don Quijote y Sancho Panza.

Entonces, un poco tímidamente, pidiendo permiso, un alumno del fondo levantó la mano y cuando la profesora le dio la palabra, dijo:

— Pero Don Quijote y Sancho Panza no existieron…

Esto lo contó Martín Kohan para demostrar que el ficticio Martín Fierro se instaló como real.

En esa charla Kohan cita, recurrente e inevitablemente, a Borges hablando del Martín Fierro.

Borges dijo en una conferencia sobre el Martín Fierro, que dio en España en 1964, que ni los indios ni los negros tenían noción del pasado. Que Mansilla contó que alguien quiso consolar a un indio lamentándose porque los españoles rompieron su lejano pasado de libertad, y el indio —dice Borges que dijo Mansilla que escuchó de alguien—, un poco azorado respondió que desde que era chico siempre había visto gente blanca. De los negros, dice Borges que no sabían que habían llegado de África.

Decir estas cosas complacía el racismo desinhibido de Borges. “Los indios, como los animales, vivían en un perpetuo presente”.

Por otro lado, Ricardo Piglia demostró en una clase genial cómo Borges se inventó un linaje, de ingleses ilustrados y de militares criollos. De la misma manera, Kohan fue elocuente al revelar que el Martín Fierro no existió como historia literaria fundacional hasta que Lugones la consagró, igual que San Martín no fue un héroe sino después de su muerte. Y explica Kohan con la sociología la artimaña de Lugones: ante la llegada de una inmigración oceánica, absolutamente inédita, los nativos de este “arrabal del mundo” —Borges— debieron construir a las apuradas una tradición, un pasado que diera una identidad, que dejara en claro que los que llegaban, llegaban a una nación con historia, no a una tierra que podían reclamar como propia por desierta.




miércoles, 22 de octubre de 2025

El perro según tres tayikos

En Xinjiang encontré a tres tayikos con un perro. 

Hablaban sobre el perro. 

Se decían que los perros son buenos porque son tontos. 

Que si fueran inteligentes, serían muy malos y atacarían a los hombres.




¡Adéntro!

No sé a quién no le gusta la gente muy odiosa.

A alguien demasiado bueno, quizás.

Mi tía Tita tenía un odio atroz. 

Siempre iba más allá de lo imposible. Siempre dejaba a todo el mundo asombrado con su odio. 

¿Cómo podía ser que nos asombrara, si todos la conocíamos desde que nacimos, y toda la vida había sido igual?

Odiaba la Zamba de mi esperanza porque era demasiado simple. 

“Para boludos”, decía.

Algunos reventaban. La querían matar. 

A ella no le importaba.

No gozaba, tampoco. Pero no le importaba. 

Dijo eso de la Zamba de mi esperanza cuando yo era un chico, quizás tenía ocho o nueve años. 

En esa época había un programa de televisión, muy famoso, de preguntas y respuestas, que se llamaba Odol Pregunta.

Odol una marca de dentífrico. El nombre del programa no era pasible de ser denunciado de publicidad subliminal, digamos.

Una vez concursó un chico que tenía no más que dos años más que yo, y era un genio increíble. Todos lo decían. Estaba vestido de saco y corbata. El conductor ya no tenía más maneras de decir que el chico era el Orgullo Nacional, la Demostración de Cuán Lejos podemos Llegar los Argentinos, la Prueba de que el Estudio hace Enormes a las Personas, un Prodigio, Fruto de la Educación, la Inteligencia y el Trabajo, etcétera. El nene respondía sobre mitología o algo así. De grande se hizo místico por televisión. Asombroso, también, adónde van a parar. algunos niños genios.



Una noche se presentó como concursante un señor de aspecto muy sencillo. No encajaba en el programa. Parecía un técnico que arreglaba electrodomésticos o el cobrador de un club. No era viejo, pero casi. Y estaba muy nervioso.

El conductor, que tenía una gran presencia y ampulosidad, lo trató con demasiado respeto, cosa que al hombre parecía ponerlo más nervioso. Cada vez que decía su nombre, José Martínez, creo, lo leía en un papelito que tenía en la mano. No lo recordaba.

Hizo una introducción en la que anunció que —leyó— José Martínez, respondería sobre folclore de Argentina. 

Como si el hombre fuera estúpido, el conductor explicó lenta y largamente, que todos escucharíamos un tema musical y el señor —leyó—, nos diría el título de la obra y su autor. Lo dijo dos veces, como si al señor, además de ser estúpido, lo hubiera atropellado un caballo cuando estaba por entrar al canal de televisión.

Se hace un silencio y al fin ¿qué tema suena? 

La Zamba de mi esperanza.

El locutor mira fijo al hombre, esperando lo que el sentido común espera: que inmediatamente responda bien. 

Siempre la primera pregunta es un trámite.

Hasta yo sabía el nombre. 

Pero el hombre, con una cara un poco rara, se queda mirando al conductor.

En silencio.

El conductor lo mira.

Silencio.

El tipo mira al conductor.

Silencio.

Se miran.

Tensión.

Tensión.

El conductor le hace un gesto con los ojos. 

El tipo pone una cara todavía más rara. 

Tensión.

Tensión insoportable.

Pasa la Zamba de mi esperanza para boludos, y el tipo, una estatua.

El conductor le repite a —lee— la consigna.

José Martínez, cada vez más tieso.

Entonces el conductor se ofusca, le pregunta qué le pasa, le dice, para que escuchen los televidentes, que él fue seleccionado entre muchos aspirantes, que le tomaron una prueba para permitirle participar, que en esa prueba él sabía el nombre de una gran cantidad de temas folclóricos.

— Y esta zamba —lee— es la que todos los argentinos conocen…

El tipo cada vez peor.

Pienso que se va a morir ahí, en la televisión. Se va a caer al piso, muerto de vergüenza y de humillación.

Salgo corriendo, me tiro en mi cama y hundo la cara en la almohada para llorar.

Al rato viene mi tía Tita, a preguntarme qué me pasa. 

Le digo que no sé y se queda conmigo, rascándome la cabeza.



martes, 21 de octubre de 2025

El pecado original de Martín Fierro

Hay uno que dice que no le gustan los poemas en verso, sino escondidos en los prospectos de los remedios, los edictos judiciales y obituarios.

Recordé estos versos del Martín Fierro y me di cuenta de que, escondido, hay un cuento.

Quizás es uno de los mejores cuentos cortos que se escribieron en Argentina.


A mis hijos infelices

pensé volverlos a hallar

y andaba de un lao al otro

sin tener ni qué pitar.


Supe una vez por desgracia

que había un baile por allí,

y medio desesperao

a ver la milonga fui.


Riunidos al pericón

tantos amigos hallé,

que alegre de verme entre ellos

esa noche me apedé.


Como nunca, en la ocasión

por peliar me dio la tranca,

y la emprendí con un negro

que trujo una negra en ancas.


Al ver llegar la morena

que no hacía caso de naides

le dije con la mamúa:

«Va... ca... yendo gente al baile».


La negra entendió la cosa

y no tardó en contestarme

mirándome como a perro:

«más vaca será su madre».


Y dentró al baile muy tiesa 

con más cola que una zorra

haciendo blanquiar los dientes

lo mesmo que mazamorra.


«—Negra linda»... dije yo,

«me gusta... pa la carona»;

y me puse a talariar

esta coplita fregona:


«A los blancos hizo Dios,

a los mulatos San Pedro,

a los negros hizo el diablo

para tizón del infierno».


Había estao juntando rabia

el moreno dende ajuera;

en lo escuro le brillaban

los ojos como linterna.


Lo conocí retobao,

me acerqué y le dije presto:

«Po... r... rudo… que un hombre sea

nunca se enoja por esto».


Corcovió el de los tamangos

y creyéndosé muy fijo:

«—Más porrudo serás vos,

gaucho rotoso», me dijo.


Y ya se me vino al humo

como a buscarme la hebra,

y un golpe le acomodé

con el porrón de giñebra.


Ahi no más pegó el de hollín

más gruñidos que un chanchito,

y pelando el envenao

me atropelló dando gritos.


Pegué un brinco y abrí cancha

diciéndoles: «—Caballeros,

dejen venir a este toro;

solo nací..., solo muero».


El negro después del golpe

se había el poncho refalao

y dijo: «—Vas a saber

si es solo o acompañao».


Y mientras se arremangó

yo me saqué las espuelas,

pues malicié que aquel tío

no era de arriar con las riendas.


No hay cosa como el peligro

pa refrescar un mamao:

hasta la vista se aclara

por mucho que haiga chupao.


El negro me atropelló

como a quererme comer;

me hizo dos tiros seguidos

y los dos le abarajé.


Yo tenía un facón con S

que era de lima de acero;

le hice un tiro, lo quitó

y vino ciego el moreno.


Y en el medio de las aspas 

un planaso le asenté

que le largué culebriando

lo mesmo que buscapié.


Le coloriaron las motas

con la sangre de la herida,

y volvió a venir furioso

como una tigra parida.


Y ya me hizo relumbrar

por los ojos el cuchillo,

alcansando con la punta

a cortarme en un carrillo.


Me hirvió la sangre en las venas

y me le afirmé al moreno,

dándole de punta y hacha

pa dejar un diablo menos.


Por fin en una topada

en el cuchillo lo alcé,

y como un saco de güesos

contra el cerco lo largué.


Tiró unas cuantas patadas

y ya cantó pa el carnero.

Nunca me puedo olvidar

de la agonía de aquel negro.


En esto la negra vino,

con los ojos como ají,

y empesó la pobre allí

a bramar como una loba.


Yo quise darle una soba

a ver si la hacía callar;

mas pude reflesionar

que era malo en aquel punto,

y por respeto al dijunto

no la quise castigar.


Limpié el facón en los pastos,

desaté mi redomón,

monté despacio y salí

al tranco pa el cañadón.


Después supe que al finao

ni siquiera lo velaron

y retobao en un cuero

sin resarle lo enterraron.


Y dicen que dende entonces

cuando es la noche serena

suele verse una luz mala

como de alma que anda en pena.


Yo tengo intención a veces,

para que no pene tanto,

de sacar de allí los güesos

y echarlos al camposanto.






lunes, 20 de octubre de 2025

Clases de personas

Me gustan los criterios simples para comparar a las personas.

Por ejemplo: si son conscientes de cómo caminan o no.

Si cocinan naturalmente o no.

Si tienen lúnulas en las uñas o no (acabo de aprender esa palabra). 

Si creen que hay algo abajo de la cama o si no piensan en eso.


Estos criterios son dicotómicos, es decir, crean sólo dos tipos de personas. 

Es cierto que puede haber subtipos, pero no disfruto de esa complicación, ni de la derivada de la ambigüedad (cuando se dice “bueno, es relativo” o “mmmásomeno”). Ya que estoy sólo jugando, y no hay otra cosa en juego que mi entretenimiento, elijo criterios simples. 


Otros criterios crean más de dos clases. 

Por ejemplo, la forma de la pera (de la cara). Hay: 1. Muy puntiagudas. 2. Con un pliegue bajo el labio inferior. 3. Partidas por la mitad. 4. Anchas. 5. Con un hoyuelo. 


Otro ejemplo: qué hacen los pelados con su cabeza pelada: 1. Se ponen un peluquín. 2. Se ponen un sombrero o un gorro. 3. Se hacen un entretejido. 4. Dejan que los pelos les crezcan largos, y se los pasan por arriba de la cabeza, o incluso se hacen una colita. 5. Nada.


En una película de Woody Allen (clausurados/no clausurados) una mujer es muy nerviosa y no puede quedarse tranquila en el momento de tener sexo con un hombre. En una escena, mientras tiene al hombre encima, se pone a pensar en los diferentes ruidos que hacen los hombres en esa situación, y piensa que no es una variedad muy grande —de ninguna manera sucede que cada hombre emita un sonido distinto—; que incluso puede clasificar los sonidos, y entonces se pone a hacer una lista de los tipos de sonidos, y luego va recordando qué sonido hacía este hombre, qué sonido hacía aquel otro, y el otro…


Me pregunto si me entretengo creando tipos de personas según criterios simples porque hago cosas a las que no me entrego, o cosas que me aburren. 


El asunto es que esto que llamo “entretenimiento” puede tener consecuencias. 

Por ejemplo, con el criterio de las mascotas. Si me entero de que una persona prefiere los gatos a los perros, o los perros a los gatos, mi consideración de esa persona ya no es la misma que antes de saberlo. (Esto se acentúa si alguien prefiere a las tortugas, los hamsters o los caballos.)


O no puedo dejar de observar el calzado. Es algo compulsivo. Y el calzado que alguien ha elegido, ha pagado y lleva puesto ejerce en mí una influencia extrañamente desproporcionada, es como que me dice todo sobre esa persona. (Creo que esto le pasa a mucha gente, y eso me parece muy normal, porque ¿cómo te puede dar lo mismo una persona que se ponga unas sandalias con tiras que se enredan en las piernas hasta las rodillas? ¿O alguien que usa mocasines azules? ¿O unas zapatillas increíblemente hermosas? ¿O crocs de colores?).

¿Se diría que soy un obsesivo? ¿Un maniaco?


Hay personas con dedos demasiado enteros, como si fueran una sola pieza, rechonchas, como una salchicha, y por otro lado hay personas que tienen dedos exageradamente articulados, hechos de ángulos, en los que cada falange es independiente, de contornos gruesos, como dibujados, con arrugas, con uñas importantes. El tipo de dedos para mí es absolutamente determinante en la consideración, inclusive ética, de una persona.




Me sale observar el modo en que las personas piensan en los pobres. A veces conduzco la charla de modo sutil para averiguar qué piensa determinada persona o un grupo de personas sobre los pobres. Mi conclusión pesa de un modo determinante —puedo querer mucho más, puedo descartar gente, etc.


Bueno, esto se ha hecho un poco largo. Para no seguir aburriendo, voy a dar como último ejemplo el de cómo me ven. 

Clasifico a las personas según la forma en que me ven. 

Cada persona es un espejo, me devuelve una imagen de mí. Esto ejerce una gravitación muy determinante en mi consideración de mí mismo. 

Cada tipo de mí que encuentro reflejado en otra persona determina cómo veo a esa persona, pero también me influye mucho en la idea que tengo de quién soy. 

Por ejemplo, puede arrasarme y deprimirme inconsolablemente, o puede lanzarme a escribir, como ahora.


Creo, en todo caso, que conviene buscar a las personas que devuelven una tal imagen de uno que producen que uno sea impelido a hacer las cosas que le gusta hacer.




sábado, 18 de octubre de 2025

COYUNTURA – La Patria

Contra las órdenes de Buenos Aires, Belgrano decidió enfrentar a los imperialistas en Tucumán. Apostó todo, su cargo, incluso su vida, y su triunfo consolidó el Norte como frontera de la independencia.


En la misma zona, Güemes, un rico, vivía como un animal en el monte junto a sus tropas, enfrentando invasiones imperialistas sin recursos del gobierno central. Resistió siete invasiones, haciendo imposible que los españoles avanzaran hacia Tucumán.


Deberíamos haber escuchado sobre el cruce de los Andes de José de San Martín por pasos de más de 4.000 metros de altura, con 5.000 hombres, artillería y animales. Una hazaña logística y humana sin precedentes en América, que Napoleón comparó con el cruce de los Alpes por Aníbal. 

Más de 500 soldados murieron por frío, hambre o enfermedades y San Martín sobrevivió tomando caldos porque lo torturaba una úlcera en el estómago. 


Volaba de fiebre cuando dirigió la batalla de Chacabuco, en la que perdió a gran parte de sus oficiales más cercanos.

Güemes dirigió la defensa de Salta con una herida en combate que pocos días después lo mataría. 


Terminando con el que empezamos, Belgrano, en 1812 ordenó la evacuación total de San Salvador de Jujuy antes del avance realista. La gente abandonó sus hogares y cosechas, y prendió fuego todo para no dejarle recursos a las fuerzas del imperio español. 

Menos de diez años después, murió olvidado, enfermo y pobre, después de donar los 40.000 pesos oro de premio que le otorgó el gobierno por sus victorias.


Estos tres y muchos otros pusieron sus vidas, las de otros, todo lo que tenían y todo lo que no tenían, para crear un país libre.


Esa es la Patria.

Está bien que la Patria es el patio de mi casa, mi viejo lavando el auto, etc., pero aquellos tipos dieron el cuerpo y el alma para crearla.


Luego viene un tilingo y, como presidente de la Nación, dice: “Los patriotas deben haber sentido angustia, dudo que haya sido una alegría; seguramente tenían miedo, angustia por separarse de España”. 


Y luego viene un marmota cruel y se arrodilla como quien anhela que le peguen, ante el presidente de Estados Unidos.


A los argentinos que lo votan seguramente no les contaron nada de la historia.






viernes, 17 de octubre de 2025

17 de octubre: peronista de la Rama China

 A mí no me hizo peronista mi padre chino.

Recién ahora, que está viejito, mi hermana lo hizo peronista.

Antes era antiperonista porque los peronistas le hacían paro a la fábrica que trajo de China.

 Me hicieron peronista mis tíos Horacio, Rosita y sobre todo mi tía Irma y mi vieja, que en los años 50 tenían destino de amas de casa esclavas, pero apareció Eva, y Eva las emancipó, y se hicieron enfermeras y personas íntegras.

 Me hizo peronista Perón, escuchando lo que habló y sobre todo leyendo lo que escribió. Y después, leyendo lo que escribió John William Cooke.

 Y me hicieron peronista unos tipos —unos muchachos, dirían los peronistas; unos monos, se decía en aquella época— que me vieron andando solo, un día de 1982, que se marchaba hacia la Plaza, y me dijeron “¡subí, subí!”, y me subieron a la caja de un camión,

Parece que estoy inventando, pero fue así.
Un camión de peronistas.
Atahualpa Yupanqui —quien, aunque le pese a los progreperonistas, tenía un color tirando al goriláceo— dijo de un conjunto folclórico “esos son un camión de peronistas”.

 Me gritaron “¡subí, subí!”, sin pedirme que recitara las 20 verdades, sin preguntarme si seguía la doctrina peronista, si era afiliado al Partido Justicialista, si había estado en Ezeiza, o si era trotzkista, homosexual o radical,

“¡Subí, subí!”, y me subí.

 Pienso en esos muchachos, en mi tía Irma y no sé si soy digno de llamarme peronista, pero sí sé que puedo decirme peronistista.

 Mi viejo no era peronista, pero por honrarlo empecé a ir a China, y cuando vi lo que hacía el Gobierno chino —que es marxista y nosotros no somos ni yanquis ni marxista, pero bueno, qué quilombo—, cuando vi lo que hacía el Gobierno chino con los más pobres, pensé que eso es lo que habría hecho Perón si la puta oligarquía y los yanquis no lo hubieran volteado.

Me dije que los chinos no tienen idea de cuán peronistas son.

Se dicen a sí mismos “socialistas con peculiaridades chinas”, una complicación para decir que hicieron una doctrina para su país, igual que Perón hizo con Argentina. Los argentinos la hicimos más simple, le dijimos “peronismo” y chau; es lo que tendrían que haber hecho los chinos.

Como dice ahora Dady Brieva, “mi viejo dice que el peronismo son tres cosas: la primera, justicia social, las otras no me acuerdo”. Y eso hacen los chinos.

 Y entonces ahora mi viejo, a los 90 años, dice que sí, que cuando él llegó a Argentina a principio de los años 50, estaba Perón.

Que en la embajada de Argentina en Hong Kong le dieron una foto de Perón y Eva y él se la trajo en la valija.
Y que vino a la Argentina porque Perón tenía una política para facilitar la radicación de industrias extranjeras, incluso de China.
Así que si no hubiera existido Perón, yo no escribiría esto, porque no existiría.

Es medio cualquiera que diga que yo le debo la vida a Perón, pero cuántos han dicho lo mismo, así como fue medio cualquiera que me gritaran “¡Subí, subí!”


 


jueves, 16 de octubre de 2025

Cultura y poder

Los artistas hacen cosas hermosas o cosas horribles. En este momento no me importa la calidad estética en sí de lo que hacen, sino me importan sus obras como vehículo de soltar en este mundo, una cosa, un artilugio, un sentimiento, una lógica, una criatura que incite algo en alguien. 






Un artista genial empezó hace unos meses a derramar oscuridad, fatalidad, pesadumbre, depresión. Desde el primer momento me irritó esa posición. Sin embargo, su ánimo agrio, su pornobajón, ha incitado en mí la certeza de que ya está, de que se acabó el tiempo de saber si algo está bien o está mal, si el camino correcto es este o aquel, si el que tiene razón es tal o cual, si la posta es esta o aquella. Ya sabemos que está todo echado a perder. Ya sabemos que no hay vuelta atrás. Lo que se pudrió, se pudrió. El celular se cayó al mar y no va a funcionar nunca más. El colectivo no va a venir. No hay más comida. Entonces hay que hacer algo. No tenemos idea de qué hacer. Entonces hay que bailar. Hay que hacer estupideces, cosas sin sentido, cosas inconvenientes, desubicadas. Por ejemplo, un pornobajón.


martes, 14 de octubre de 2025

Maldito Macedonio

Del filósofo marginal Macedonio Fernández siempre se cuenta que dijo. 

Sus textos están, y se citan y se han estudiado, pero pareciera que lo que decía y era registrado por quienes lo escuchaban, tenía una frescura y una chispa singular.


Alguien cuenta que Macedonio dijo que había que escribir poemas de forma oculta, en avisos publicitarios, edictos judiciales, noticias sociales y textos así. Que los poemas enajenaban la poesía.

El que cuenta confiesa que ese pensamiento —que Macedonio expresó terminándose de arreglar la ropa mientras salía del baño, y que quizás olvidó inmediatamente— a él le arruinó para siempre los poemas. 

Desde entonces, tuvo una distancia insalvable con los poemas. Cada poema que encontraba o que alguien le entregaba, le parecía una cosa extraña, como si algo que pertenecía al orden de la mayor intimidad, ahora fuera expuesto a la vista de todos, disfrazado, consagrado, momificado.


Así es como los filósofos les arruinan las cosas a las personas inocentes.





Las revoluciones por venir

La democracia formal no tiene contenido. Es una democracia vacía. Donde debería haber representatividad no hay nada. No es democracia porque no existe.

Si las personas sólo pueden optar y no pueden decidir, no hay democracia.


Una de las causas de la imposibilidad de las personas para decidir es el terror que le tienen a tomar el poder. 

Ese fue uno de los objetivos de la dictadura de 1976. Disciplinó a fuego. Persuadió a través de los crímenes más diabólicos, de que intentar tomar el poder desata sobre uno las fuerzas del infierno.

Otra de las causas, derivada de la primera, es que lo que los partidos políticos —salvo los que se autoboicotean— han desmantelado los cauces para la militancia —la militancia real, o sea el trabajo de construir una determinada realidad, no la militancia por un cargo.


Sin embargo, conviene recordar que los estallidos sociales han sido impredecibles e imparables. 


No es un disparate preguntarse qué forma tendrán las próximas revoluciones.


No es un disparate hacer cualquier cosa, incluso disparates, incluso errores, especialmente errores, para propiciar las próximas revoluciones.


Los partidos políticos no ofrecen canales y nos espanta la posibilidad de construir poder, y sin embargo, hay infinitas trincheras para luchar.

Cada uno de nosotros tiene infinitas trincheras.




Estos días fui al estreno de "Bajo las banderas, el sol", un documental sobre la dictadura de Stroessner —especialmente, sobre la dificultad de conseguir material fílmico y construir una historia sobre el vacío— y me resultó emocionante porque el director es un chico de 31 años, Juanjo Pereira.

La película le ha llevado un trabajo descomunal. Entonces lo que sacude al habitante de la democracia vacía, el desánimo y la desesperanza es tanto la dictadura de aquel nazi y la falta completa de registro en la retina del cerebro de los latinoamericanos, como el alma de este pibe. De un pibe, de alguien de esa generación, que uno tiende a creer que está perdida en la nube de pedos tóxicos del mileísmo, las apuestas online y el futuro de Rappi del que parecen no poder escapar.


El que construya tendrá razón, estará en los correcto y será verdadero en tanto lo que construya existirá.


sábado, 11 de octubre de 2025

Nikola

 Conocimos a un viejo que vivía solo, o más bien, vivía con un millón de gallinas a la orilla del río, y sobre todo con una chancha, que se llamaba Lourdes. 

Decíamos chanchadas, de la chancha y él.

Las gallinas vivían todas arriba de un árbol. La gente les transmite a los animales las cosas que tiene en la cabeza.

Vivía en un rancho chiquito, hecho de adobe y chapas. Le daban unos pesos por cuidar que nadie se robara tres canoas.


Arriba de una fogata tenía una olla gigante con agua hirviendo todo el día. Tiraba de todo ahí adentro: verduras, los pescados que pescaba, fideos, huesos, carne, pan con moho verde, gallinas con las plumas. Una vez tiró viva una tortuga que sacó de la red y otra vez un chanchito que había parido la Lourdes y lo aplastó cuando dormía. 

Tomaba mate con agua que sacaba de esa olla. Otras veces tomaba mate con ginebra.


Se llamaba Nikola, pero no le entendíamos cuando nos decía de qué país era.

Cuando le preguntábamos la edad, decía que tenía como 200 años.


Lo conocimos unos amigos que nos hicimos la rata y nos fuimos de camping cerca de él. Teníamos 14 años.

Nos convidaba mate.





jueves, 9 de octubre de 2025

Mussolini en Parque Saavedra


 

Los fascistas de Mussolini tenían este lema: “me ne frego”.

“Me importa un carajo”.

“Me chupa un huevo”.

“Me cago en todos”.

La serie Mussolini – El hijo del siglo parece inspirada en Milei.

Mussolini es el coso nuevo que aparece en una crisis de representación y una crisis económica —nadie se alza en defensa del Pueblo que sufre un desastre de explotación y prostitución.

Es un payaso dictador con una farsa mística que siembra violencia delirante.

Una violencia delirante que acaba devorándoselo.

(¿Y los otros, los que no hicieron nada ante la crisis porque estaban aferrados a su cargo, que obtuvieron militando en Todos por un Cargo, que no lo soltaron ni siquiera cuando le pusieron un tiro en la cara, ellos, los qué quilombo se va a armar? Pero estaban aferrados en masa a un cargo que no era de jubilación de privilegio, a lo mejor era de estar parado en un pasillo del Centro Cultural Kirchner, o de tallerista en una biblioteca de Claypole. La crisis no era sólo para los me importa un carajo).

Ahora, la serie habla de Mussolini, no como parodia de Milei, ni como biografía apócrifa de Mussolini, sino que usa la vida de Mussolini para mirar de qué están hechos los fascismos que brotan en Estados Unidos, Hungría, Ecuador, Suecia, Brasil, Italia.

A Mussolini lo cazaron cuando intentaba huir disfrazado de soldado alemán, lo fusilaron y lo colgaron boca abajo en la Piazzale Loreto de Milán. Bolsonaro está preso, y Milei empieza a destartalarse.

Pero el me ne frego es más profundo que Milei.

Los últimos días, después de la paliza del 7 de septiembre, un ejército de policía de ocupación echó a los manteros de Parque Saavedra y hubo una ovación de vecinos que aplaudían.

El me ne frego está allá en el fondo, calienta la tierra sobre la que vivimos y quizás no se enfríe hasta que una nueva cría reemplace a esta infamia.

 



martes, 7 de octubre de 2025

Mi razonamiento y la IA

Todo mi razonamiento es original. 

Mi razonamiento soy yo. 

La inteligencia artificial aún no puede reemplazarlo.


lunes, 6 de octubre de 2025

El día de la Luna

Hoy se celebra en China la Fiesta de la Luna. 

Se celebra la unión de la familia, porque las personas, aunque estén lejos, las une la misma Luna que les ilumina a cada uno la cara cuando están dormidos, colando su resplandor por la ventana.


*    *    *    


Había una chica llamada Rusalka.

Vivía en algún lugar del país de los eslavos.

Una vez, al ver aparecer la Luna llena brillando con gran potencia, salió de un lago oculto en medio de un bosque infinito, se sentó sobre una piedra y le cantó.

Le dijo: “vos, que desde el cielo iluminás todo, vagando sobre la Tierra, mirando el hogar de los hombres, detenete un momento y decime dónde se encuentra el hombre que amo. Él estará dormido; iluminá su cara y hacé que sueñe conmigo. En el sueño yo le diré que lo espero. Pero ¿y si él no existe? ¿Si él es un sueño mío? ¿Podrías despertarlo de mi sueño y hacerlo real? No te vayas, Luna. Escuchá lo que te digo, hace lo que te pido, ¡no te vayas!”

Esto es una interpretación mía del aria La canción de la Luna de la ópera Rusalka, de Antonín Leopold Dvořák, que vivió en el siglo XIX en Bohemia. La historia fue escrita por su contemporáneo Jaroslav Kvapil. La rusalka, que pertenece a la mitología eslava, vive en lagos o en ríos. Paracelso creía en su existencia, como criatura de un reino intermedio entre lo inerte y lo vivo.

Esto es lo que sucede en la ópera Rusalka de Dvořák:

Rusalka despierta y ve a su padre jugando feliz con sus tres hermanas. Le cuenta que se ha enamorado de un príncipe humano joven que suele cazar alrededor del lago, y le dice que quiere unirse a él. Su padre le advierte lo que ella ya sabe, que si hace eso perderá la voz y la inmortalidad.

Pasa el tiempo y Rusalka está cada vez más enamorada. Al fin su padre le dice que vaya a hablar con una bruja. La bruja la previene de algo peor: si se convierte en humana y es traicionada, tanto ella como el príncipe serán malditos por toda la eternidad. Rusalka acepta correr el riesgo, la bruja la convierte en humana, ella se le aparece al príncipe, que estaba cazando una cierva blanca, y se enamora de ella.

Rusalka y el príncipe se disponen a casarse, pero en la misma boda, el príncipe se enamora de una princesa y rechaza a Rusalka.

Rusalka, desesperada, le pide ayuda a su padre, él sale a la tierra y la lleva a su hogar, el fondo del agua.

Ahora Rusalka no es ninfa ni humana. Vuelve a recurrir a la bruja para volver a su forma original y la bruja le sugiere que mate con una daga al príncipe. Rusalka lanza la daga al lago, y así se convierte en una bludička, un espíritu de muerte que vive en las profundidades del lago, emergiendo solo para atraer a los humanos a la muerte.

Mientras tanto, en tierra, la princesa deja de amar al príncipe. El pusilánime príncipe va a buscar a Rusalka. Llega hasta el lago, presiente a Rusalka y la llama. Ella aparece, él le pide que lo bese, incluso sabiendo que este beso significa la muerte y la perdición.

Se besan y el príncipe muere dichoso.

Rusalka agradece al príncipe que le permitiera experimentar el amor humano, encomienda su alma a Dios y regresa a su lugar en las profundidades del lago como un demonio de la muerte.

 

La Luna ha provocado tantas historias.