lunes, 14 de enero de 2019

Perros y gatos



En un documental sobre los chimpancés el guionista hacía mucho énfasis en la capacidad de socialización.
Algunos individuos la tenían anulada, la capacidad de otros llegaba a dinamizar toda su sociedad.
Me indujo a concebir un órgano, como el hígado o el corazón, que tiene la función de socializar. Pensé que cualquier persona puede enfermarse de ese órgano y entonces pensé en las señoras de los gatos y en los crotos que andan viviendo abajo de los puentes llenos de perros. También en la eficacia de las terapias para autistas y otros que usan animales.
Cuando mi tía Tita se vino abajo, después de tres derrames cerebrales, y se quedó en la cama para siempre, mi madre, que la cuidó hasta el final, le llevó un loro. Lo puso en la ventana. Mi tía, que era malísima, lo miraba todo el día en paz y sonreía cuando el loro charloteaba y cantaba canciones que le enseñaba mi madre, como “zero tre zero tre quattro cinque e sei”.







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