viernes, 4 de enero de 2019

Añoranza de lo que está por venir



Encontré una carta en la que mi tatarabuela amonestaba severamente a su hija, mi bisabuela. La retaba desde el País Vasco porque mi bisabuela se había casado con un “extranjero“.
Una de las hijas de mi bisabuela fue igual de rebelde. Su madre la echó de la casa porque tenía amoríos con un hombre de quien no estaba casada.
Esa hija no hizo caso y su madre la condenó al exilio de la familia, ordenándole a todos sus hermanos que hicieran como que ella había muerto. Sus hermanos obedecieron.
Aquella pobre mujer tuvo dos hijos y anduvo a los tumbos por el mundo, como una pordiosera, como una loca. Sus hijos vivieron un horror.
Con uno de ellos tuve bastante contacto. Era un hombre alegre, positivo, optimista. No le faltaba una dosis de añoranza por algo mejor, pero él lo ponía en el futuro. Era un extraño nostálgico, sufría no por algo que ya no habría de volver, sino por lo que no había sucedido aún.



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