jueves, 3 de enero de 2019

A la caza del mayordomo

Sobre el género policial, alguien comparó el estilo de Sherlock Holmes con la novela negra.
En el primero, las cosas se resuelven en la cabeza. El detective recolecta datos y los trama en hipótesis. Encerrado en su oficina, fumando la pipa, sentencia "el asesino es el mayordomo". Stephen Hawking ha llevado esta figura a un extremo casi inconcebible.
El detective de la novela negra, de algún modo al contrario, munido no más que de su  intuición y una pistola, lanza su cuerpo a la calle. Allí se entrevera con rubias, millonarios, whisky, policías corruptos, y en el camino de su investigación da con los asesinos, que le parten la cabeza a culatazos y a los que quizás atrape.
Una vez mi hija, a quien la física la afligía mucho, hizo este descubrimiento: "yo pensaba que había que saber todo para poder resolver los problemas; ahora sospecho que se aprende en el intento de resolverlos".
Entre muchos, estos dos estilos del género policial, parecen dos estilos de vida.




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