miércoles, 8 de enero de 2025

Fragmentos de “Las verdes colinas de África”

Un libro en el que Hemingway cuenta que fue a cazar.


Sólo por casualidad gana dinero un escritor, aunque los buenos libros terminan siempre por dar dinero. Nuestros escritores, en cuanto han ganado algún dinero aumentan su nivel de vida y quedan apresados. Tienen que escribir para mantener su situación, sus esposas y demás, y escriben vulgaridades. No son vulgaridades hechas a propósito, sino porque están hechas apresuradamente. Porque escriben cuando no tienen nada que decir, cuando se les ha secado la fuente. Porque son ambiciosos. Luego, una vez se han traicionado a sí mismos, lo justifican y escriben más vulgaridades. Eso o leen a los críticos. Si creen a los críticos cuando éstos dicen que son grandes han de creerles también cuando afirman que son unos podridos, y entonces pierden confianza por medio de la lectura de los críticos. Si escribieran, algunas veces serían buenas, otras malos y otras peores, pero lo bueno saldría. Pero como han leído a los críticos han de escribir obras maestras. Las obras maestras que los críticos afirman que escribieron. Por supuesto que no eran obras maestras. Eran, sencillamente, buenos libros. En consecuencia, no pueden escribir nada. Los críticos les han hecho impotentes

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Durante la guerra mandaron tropas indias a luchar aquí. Para mantenerlas además fuera de la India, porque temían otra revuelta. Luego prometieron al Aga Khan que puesto que los indios habían luchado en África, podían venir aquí con toda libertad para establecerse o dedicarse a los negocios después de la guerra. Ahora no pueden romper la promesa y los indios han desalojado a los europeos de todo el país. Viven de la nada y envían todo su dinero a la India. Cuando han ganado bastante para volverse a casa se largan, pero antes traen a sus parientes pobres para que se hagan cargo de sus negocios y continúen explotando al país.

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A POM le disgustaba profundamente que se la comparara con un pequeño terrier . Si tenía que parecerse a algún perro, y no lo deseaba, hubiera preferido un perro lobo, algo de raza, delgado y esbelto, de patas largas y muy llamativo. Su audacia y valor eran tan automáticos y hasta tal punto un simple estado de ánimo natural que nunca pensó en el peligro. Pero el peligro estaba en las manos de Pop y por él sintió una completa, clara y absoluta adoración. Pop era el ideal de lo que un hombre debía ser para ella: valiente, apacible, cómico, sin perder nunca el dominio de sí mismo, no haciéndose nunca el fanfarrón, nunca quejándose excepto mediante algún chiste, tolerante, comprensivo, inteligente, bebiendo un poco más de la cuenta, como debe hacer un buen hombre y, a sus ojos, muy guapo.

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(…) era feliz como se es feliz después de haber estado con una mujer a la que verdaderamente se ama, cuando, vacío, se siente hermano de nuevo el amor y ahí está y nunca puede tenerse todo y, sin embargo, lo que hay ahora se puede tener, y se quiere más y más, tener, y ser, y vivir en, poseer ahora de nuevo para siempre, para ese largo y súbitamente acabado siempre; haciendo que el tiempo se mantenga quieto, parado, a veces tan detenido que, después, se espera oírle moverse, y es lento en su arranque. Pero no se está solo, porque si alguna vez uno la ha amado felizmente y sin tragedia, ella siempre le ama a uno; no importa a quién ame ni dónde esté, ella te ama a ti más que a nadie. De esta forma, si uno ha amado a alguna mujer y algún país, uno es muy afortunado y si, después de eso, uno muere, la muerte no tiene ninguna importancia.

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(…) es muy agradable cazar algo que se desea mucho durante mucho tiempo, en el cual se siente uno superado por la presa, vencido y fracasado cada día, pero siguiendo la caza consciente de que cada vez que se está tras ella, pronto o tarde, la suerte cambiará y se conseguirá tener la oportunidad que se busca. Pero no es agradable disponer de un tiempo limitado en el que hay que cazar el kudú que se desea o quizás no conseguirlo jamás, ni siquiera ver uno. No es ésta la forma en que se debe cazar. Hacerlo así es parecido a la experiencia que hacen esos muchachos que son enviados a París con dos años para transformarse en buenos pintores o escritores tras los cuales, si no lo han conseguido, deben volver a casa y dedicarse al negocio de la familia. La forma de cazar es hacerlo por tanto tiempo como se viva y mientras se sepa que existe tal o cual animal; de la misma forma que el pintar debe hacerse en tanto existe uno y colores y lien-zos, y escribir en tanto que uno existe y disponga de papel y lápiz, o tinta, o una máquina para hacerlo y cualquier cosa sobre lo que a uno le apetezca escribir; uno se siente imbécil si lo hace de otro modo, y efectivamente es un imbécil si lo hace de otra forma.

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Otro libro que se me deshizo mientras lo leía. Lo había leído muchas veces. 
Así pasa con mi vida.