Hablamos con el mozo del Bar Gómez de una señora, ya viejita,
que está sola en una mesa bastante oculta. Como la vi muchas veces, le pregunto
al mozo por ella.
— Hace años que viene.
— ¿Qué vida tendrá? —le digo, un poco
comentándole, un poco pensando en voz alta.
— Y también está la otra, la que se sienta
allá, al fondo, al lado de la ventana.
No recuerdo haberla visto.
— ¿El mismo caso?
— Sí, más o menos. ¿Nunca la vió? Una que
anda con un sombrero, que se pinta… Esa se sienta ahí y pide dos vasos de vino.
Uno lo pone delante de ella, como si hubiera alguien en la otra silla. Se toma
el suyo, se queda un rato y se va. El otro vaso lo deja intacto.
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