Mi prima Graciela
es bastante rellenita. Así dicen la mamá y mis otras tías.
Cuando llegan nuestros
abuelos y paran en la casa que tienen de la calle Arenales, ella los va a
visitar a la mañana temprano con una docena de facturas de la panadería
Martínez.
Siempre que va de
visita a la casa de un pariente lleva facturas.
Una amiga de ella
se fue a vivir a Norteamérica y un día que volvió, contó que allá no hay
facturas. Eso provocó un largo tema de conversación.
Yo creo que a mi
prima Graciela lo que más le gusta son las facturas. Las ama.
Una vez me pidió
que fuera a comprar y cuando abrió el paquete dijo “¡qué trajiste, nene!” Se
enojó porque había llevado scons y medialunas.
“¡¡¡¿¿¿No
trajiste ninguna con crema pastelera???!!! ¿Quién te enseñó a elegir facturas?
¡Qué inútil!”
¡¡¡Estaba recaliente!!!
Ese día conocí a
la verdadera Graciela.
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