Algunos lo habrán sentido: una vez dentro de su camino, que es SU
camino, el Chancho tiene cambios bruscos de dirección.
Difícilmente lo noten los demás, porque el Camino del Chancho es interior y el Chancho no tiene ningún interés en mostrarlo.
Sus giros se parecen a grandes cambios de piel.
Daniel D. me cuenta:
—De a poco ha comenzado a interesarme menos la gente para la que soy
un potus. Me miro desde esas personas y les doy la razón, pero no pierdo las
esperanzas de serle útil a alguien. Creo que muchos años insistí en que vieran
en mí algo más, algo que les aportara vida. Este año hice un click y me dije “¿no habrá sido suficiente?”, y dejé de hacer lo que hice toda mi vida: tomar la iniciativa, empezar las
conversaciones. Si le sirvo a alguien, esa persona me va a hablar primero.
— ¿Y qué pasó?
— Bueno… Quizás era lo esperable… Aún no me han hablado.
— No has conversado mucho.
— Nada, casi.
— Ese silencio...
— Cuesta acostumbrarse.
Hacemos silencio. Luego dice:
— Ya me hablarán. ¿No?
— Seguro.
Uno no siempre tiene porque remarla en barro. Toda la vida prefiero ser potus
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