jueves, 26 de diciembre de 2019

La sonrisa



El joven matrimonio de Horacio Morteo Schaft y Mirtha Posse de Morteo Schaft volvían del cine Monumental caminando a su departamento en la calle Parera. Comentaban vivamente la actuación de Gregory Peck en La luz es para todos y al llegar ella se asombró al ver encendidas las luces de todas las ventanas que daban a la calle.
Cuando la criada que estaba cuidando su bebé les abrió la puerta, Horacio quedó un poco atónito por su sonrisa desmedida, con aquellos dientes tan blancos y enormes, que salían de unas encías brillantes. Lo sacó de su estado el grito de su esposa y recién entonces observó que la joven llevaba puesto el vestido de novia de Mirtha con un pequeño prendedor dorado con la cara de Eva Perón.
Sin hacer caso de la furia de su ama, con su cuerpo algo rechoncho los guió hacia el comedor, siempre con la sonrisa parecida a la de un payaso.
Ellos la siguieron mecánicamente, vieron la mesa servida con primorosas flores blancas y velas y en el centro la fuente que se usaba en la noche de Navidad para el lechón entero, con su gran tapa.
Con un movimiento teatral, la muchacha levantó graciosamente la tapa con sus manos morochas, y lentamente el espanto ahogó al joven matrimonio: dorado, desnudo, cubierto de almíbar, estaba su hijito cocinado.
Mirtha daba alaridos sin parar mientras se clavaba las uñas en la cara, Horacio buscó una pistola y la descargó en el vientre de la maldita negra y se fue corriendo para no aparecer nunca más.




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