viernes, 24 de marzo de 2023

Cómo le llega a los chicos lo que no queremos olvidar

Hoy es 24 de marzo, aniversario del golpe de Estado de 1976.


Camilo tiene 26 años. Sus padres son militantes de izquierda. Camilo ha escuchado toda la vida hablar de la dictadura del 76 y la recuperación de la democracia. Tiene plena consciencia de lo que hicieron durante la dictadura las empresas, Estados Unidos, la Iglesia, los sindicatos, los partidos políticos. 

Camilo es el producto acabado del trabajo que hicieron quienes vivieron la dictadura para que las próximas generaciones no olviden.


Francisco tiene 11 años. Sus abuelos le cuentan de la dictadura y se entusiasma con los tiros, las bombas, la cárcel a los militares y la guerra de Malvinas.


Las personas de mi familia no escuchan nada de lo que les digo sobre la dictadura y no aceptan que la dictadura tenga vigencia hoy. Yo hablo y no me miran y no me escuchan, piensan que ya está, ya pasó, dejemos el pasado atrás, como dijo el turco y como dijo Macri —cuya familia y al cabo él, fueron parte de los beneficiados por la dictadura. 

Estas no son “algunas” personas, sino que es la masa mayoritaria de los argentinos. No quieren que se les diga lo que hicieron las empresas con los militares y Estados Unidos porque tienden a apoyar a lo que fundamentó la dictadura: la violencia, el autoritarismo y los ricos más corruptos. Quieren un mundo de ricos que le chupan la sangre a los demás, aunque ellos sean parte de los explotados.


Intento contarles a los chinos que viven en Argentina por qué es feriado el 24 de marzo. A la mayoría no le interesa. Igual que mi familia, miran para otro lado. No es cosa de ellos —pese a que muchos hace 25, 30, 35 años que están en Argentina, pasando todos los días frente a lugares donde los militares tenían secuestradas personas que torturaban.

 

Mabel es maestra de cuarto grado de una escuela pública. Tiene 48 años. Da el tema del 24 de marzo porque lo ordenan desde la Dirección. No sabe nada de la cantidad de empresas que transfirieron al Estado sus deudas durante la dictadura, ni siquiera entiende el asunto; ni sabe que la importación indiscriminada que hizo la dictadura provocó el cierre de miles de fábricas, grandes y pequeñas. ´


Vi la película “Argentina, 1985” con un grupo de gente de menos de 35 años. Al terminar la película y encenderse las luces, vi que la mayoría había llorado.

¿Había sido la eficacia de la trama, de modo que hubieran llorado igual si la película hubiera tratado de una dictadura de El Salvador?

¿O fue que aunque no tuvieran información de lo que pasó, desde que nacieron algo les fue filtrando?


¿Qué fue lo que les filtró?

El relato de la dictadura se hizo slogan simplificado, con el firme objetivo de que no se olvide lo que pasó y el marginal, endeble, coyuntural objetivo de que se piense qué fue lo que pasó, por qué sucedió la dictadura, por qué la masa de argentinos que fue cómplice y los que la apoyaron activamente sigue con su convicción intacta, incluso envalentonada desde unos años a esta parte.

La repetición sin pensamiento acarrea el riesgo de que el contenido se vacíe, como las latas de sopa de Andy Warhol. 


¿Qué es lo que debe no olvidarse?

¿Cómo se recuerda en una sociedad?

¿Se recuerda o se va retorciendo el sentido de algo caratulado como recuerdo?

¿Qué es necesario hacer para no olvidar?

¿Para qué no olvidar?


¿Han hablado de eso Camilo y sus padres, Francisco y sus abuelos, yo con las personas de mi familia, yo con los chinos, Mabel con sus alumnos, los jóvenes que lloraron con “Argentina 1985”, la misma película “Argentina 1985”, el canal Paka Paka?




Se ha dicho que una característica de las obras clásicas es que se vuelven parte del acervo cultural de una sociedad. 

No es necesario leer el Martín Fierro ni el Quijote, ni ver en el teatro Romeo y Julieta, ni escuchar la sinfonía Heroica para incorporarlas, porque ya son parte de nuestra manera de ver el mundo, nuestra manera de pensar, nuestra manera de sentir.

Disfrutaremos muchísimo al leer, escuchar, ver un clásico, pero sentiremos que su espíritu ya es parte de nuestro fundamento.

Quizás podemos confiar en que esa será la forma en que filtrará hacia las próximas generaciones el momento infernal de la dictadura y admirable de la recuperación de la democracia.

No filtrará por repetir como loros, como propaganda que crea mentes abombadas, sino trabajando lo que queremos que no se olvide tan bien como fueron trabajados los clásicos.

Forjando con voluntad, talento y tesón lo que está en el fondo de nuestro espíritu: el sentimiento de tirarle una onda a otras personas y la fe en que cuando nos juntamos, salen cosas buenas. 



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