martes, 11 de febrero de 2025

COYUNTURA - De periodistas a generadores de contenido

¿Por qué en el pasado los medios de comunicación hacían cuestión de informar la verdad?


1. Para que el público pudiera tomar decisiones fundamentadas en su vida política, económica, social, personal.

2. Para la democracia, todos sabiendo las mismas verdades. 

3. Para competir con los otros medios a través de la credibilidad. 

4. Para promover la justicia. 

5. Para evitar los daños que pueden acarrear los datos falsos —generar pánico, estigmatizar a grupos o personas, influir negativamente en decisiones importantes. 




Hoy el público que recibe información se divide en estos grupos:


1. Los que creen que todo es verdad. “Lo dijo la radio”, “está en internet, fíjate”.


2. Los que creen que hay datos verdaderos y datos falsos —muchos de los cuales buscan diferenciarlos y vivir a base de los datos verdaderos.


3. Los que creen que todo lo que se publica es mentira.


4. Los que carecen de la disyuntiva verdad-mentira.


Los grupos 1 y 3 no necesitan saber qué es verdad y qué es mentira.

El grupo 2 vive en una niebla cada vez más densa.

El grupo 4 ha salido de esa niebla. Ahora, si no le interesa saber si algo es verdad o mentira, ¿por qué prefiere una información a otra?

¿Porque le resulta agradable?

¿Porque la fantasía es más atractiva que la realidad?

¿Por bronca a los que dicen que dicen la verdad y mienten?

¿Porque más importante que sea verdad es que le dé la razón?

¿Porque entusiasma la violencia, el dramatismo, el miedo, la indignación?

¿Porque es más fácil?

¿Porque es más rápida?

¿Porque entretiene y divierte?

Los periodistas vamos convirtiéndonos en generadores de contenidos, lo que limpia el oficio de la responsabilidad ética de no informar mentiras.
¿Tenemos lugar para decidir informar la verdad?


domingo, 9 de febrero de 2025

COYUNTURA - Zombies

En la novela Payasadas, Kurt Vonnegut cuenta de un presidente absurdo. No tiene poder, es un freak mental, vive en un país posapocalíptico, es drogadicto.

Es una obra profética en muchos temas. Mientras, alguien debería explicar la aparición de esta ola de líderes impertinentes fascistas en todo Occidente.

 

Nosotros tenemos un presidente tragicómico. Un alcahuete disparatado del poder, una caricatura mal hecha de un cipayo prendido fuego.

Y he aquí que este fantoche mal ensamblado es percibido, entre todos los políticos de Argentina, como el único atrevido.

Aparece como el único líder porque entre todos, es el único que se la juega. Se proyecta la imagen de que es el único que parece dispuesto a correr riesgos —de que lo insulten, lo enjuicien, lo metan preso, lo maten.

Parece el único que tiene coraje.




Entre otras causas, esa imagen está construida por las máquinas de comunicación y lavado de cerebro (ya toda comunicación es lavado de cerebro) y el estado general conservador —del orden institucional, de los derechos humanos como fueron una vez, de los pañuelos de colores, de la cuota de poder que se ganó y mantiene en la rosca, de todo lo bueno de los gobiernos de los Kirchner.

El poder se repartió entre los vampiros asesinos de siempre y los que tuvimos decisión desde la política, la economía, la militancia social, los medios y armamos un orden que se nos trabó, se nos solidificaron las coyunturas con óxido, nos petrificamos y sólo nos beneficiamos algunos sectores de la sociedad, y nos cagamos olímpicamente, como tilingos, en la mayoría de los argentinos, que iban viviendo cada vez peor.

Quedamos los chupasangres gigantes, los conservadores progreperonistas y los desahuciados.
A los desahuciados los progreperonistas, desesperados porque perdemos lo que sentimos que es nuestra vida, les decimos “Milei defiende a los ricos”, ¿y ustedes no quieren ser los ricos y cagarnos igual que Milei?; “Milei quiere desmantelar la Educación, la Salud, los Derechos Humanos”, ¿y ustedes qué posibilidades nos dan de que nuestros hijos lleguen a la universidad, cómo mejoraron las obras sociales y los hospitales, qué derechos humanos hicieron reales para mejorar nuestras vidas? ; “Milei ataca a los homosexuales”, ¿Y qué comemos con que los homosexuales puedan tener hijos?; “Milei es la dictadura”, ¿Y en qué nos benefició la democracia de ustedes?

Ni Milei ni quienes lo queremos ver preso le proponemos a la sociedad un sueño. No ofrecemos futuro. La diferencia es que Milei ofrece romper y nosotros no.

Por supuesto que Milei miente, no rompe otra cosa que lo que le molesta a la oligarquía.
Pero nosotros también mentimos si decimos que queremos cambiar algo. Queremos conservar la miserable ventaja que conseguimos. Entrar al VIP en el aeropuerto. 

Sabemos que de ninguna manera Milei es el único, pero desde el punto de vista de la gente que la ha pasado mal o muy mal con nosotros en el poder, es el único que toma la iniciativa.

 

No es él en sí quien impresiona, porque es un pobre sorete, sino que es justamente su pusilanimidad la que hace que los demás parezcamos zombies que caminan buscando comer gente para seguir no vivos.

martes, 4 de febrero de 2025

Sólo un sueño

Tener un sueño no es la única opción en la vida. 

Hay quienes viven sin tener un anhelo para la vida de su familia, de su sociedad o para su vida.

Simplemente transcurren. 


También hay quienes trabajan y ofrecen lo que tienen, incluso sus hijos, para cumplir el deseo de otros —sus padres, su pareja, lo que ordenan quienes mandan en la sociedad. 


En general, quienes no tienen sueños y quienes cumplen los sueños de otros, no piensan en el asunto. 


En cambio, las personas que sí tienen un sueño, o más de uno, pueden decírselo y dedicar su vida a cumplirlo. 

Que al barrio consiga que pongan una salita de primeros auxilios. 

Empezar la carrera de Trabajo Social cuando se jubile.

Que su perro sea feliz los días que le quedan. 

Comprarse un camión. 

Que su hijo amplíe su casa. 

Que la gente de su país tenga una vida digna. 

Que su pareja pueda comprarse esa bicicleta que ama.

Hacer una quinta y vender lo que cosecha. 

Ponerse un taller de cerámica. 

Irse a vivir a la ciudad. 

Que su amigo pueda visitar el pueblo de sus ancestros.


Sueños propios. Que pueden ser expresados a otras personas o no, pero tienen un lugar en la intimidad.


Esos sueños pueden organizar la vida de alguien. Se hará un plan para cumplirlo. Se pondrá los recursos que se tienen, se conseguirán los recursos para realizarlo.


A veces eso causa un efecto lateral: contagia.

La gente ayuda a quien tiene un sueño.

Aunque no pida ayuda.

En el fondo, todos necesitamos que la vida tenga sentido. Cuando alguien le encuentra —o inventa— un sentido, muchos son felices contribuyendo a ese sueño, para sentirse parte de algo que llena de sentido la vida.


Mi amiga Gaby coleccionaba gatos —gatitos de cerámica, dibujos, libros, dijes, ropa, cualquier cosa que tuviera gatos. Sus amigos éramos felices regalándole una taza con un gato o una agenda con un gato en la tapa. Lo pagábamos con alegría y se lo regalábamos en cualquier momento. Tenía gatos de muchos países y algunos hijos de amigos le regalaban dibujos de gatos. Gaby sabía agradecerlos.


Otra amiga tuvo el deseo de hacerse una pequeña casa en las sierras. No tenía la plata, no sabía nada de construcción ni tenía un marido que se diera maña; no tenía casi nada de lo que necesitaba, salvo su deseo y su pequeño hijo, a quien quería darle los veranos en un lugar lleno de cielo y de estrellas, de árboles y de pájaros, un arroyito cerca y un zorrito que se acercara una noche, en un momento mágico.

Desde que tuvo el sueño, sin mendigar nada, soportando un país ingrato que hace mucho por destrozar los sueños de todos, trabajando hasta caerse de cansancio año tras año, fue construyéndolo.

Su hijo sabrá lo que hizo su mamá y eso me da esperanzas.


  


  


   
 

      


        



    



























sábado, 1 de febrero de 2025

Algo tonto

No éramos novios ni nada

No queríamos ser amigos

pero salimos de cenar

De esa casa

De esa gente

que tanto hablaron de departamentos en Londres

tanto hablaron de cosas de ellos

con sus ropas

Sin mirarse

hablando sin decir nada

Ese lugar blanco 

Con la chica que servía muda

mirando hacia abajo.

Salimos juntos

Nos fuimos

malhumorados.

Era tarde, caminamos juntos en la misma dirección primero malhumorados

Y después nos empezamos

a reír

De esos vampiros estirados

Nos reímos de cada detalle

Nos reímos mucho

Hasta que dijiste pará boludo que me meo

y yo menos mal que te vas a mear acá y no en esa cena

y te resistes más.

Habíamos tomado mucho

En la cena

aburridos.

No nos dijimos nada

Pero entendíamos,

Éramos nosotros

allá adentro.

No nos conocíamos

pero éramos nosotros.

Y ahora que querías hacer pis

Pero en ese barrio

de casas muy grandes

y autos muy grandes

y arboles muy grandes

no había un bar una estación de servicio

Te dije que mearas al lado

de este Rolls Royce 

yo te tapo

y vos te agachaste

y después te levantaste

te agarraste de mí un toque.

Un recuerdo estúpido

Ni siquiera nos vemos más

nos vimos en alguna otra reunión

Y sólo nos saludamos

¿Qué hacés?

Pero nos pasó aquello

que no le contamos a nadie

porque fue una pavada muy pavada para contar.

No pasó nada.

Nos reímos e hiciste pis al lado mío.

¿Eso le ibas a contar a una amiga?

¿Eso le iba a contar a mi novia?

Si lo hubiésemos contado

nos hubieran mirado ¿y?

No se podrían divertir

como nos divertimos nosotros esa noche.

Ese rato.

No iban a entender

La intimidad

En esa calle oscura

el barrio desierto y ajeno.

Tendríamos que decir “fue muy divertido“

para explicarlo.

Fue una cosa nuestra

y no somos nada,

Ni nunca vamos a ser nada

Más que eso.





lunes, 27 de enero de 2025

El que quiere más

 




Hay gente que se confunde.


Dos hermanos, José Luis y Turu.

Turu ve que José Luis quiere estar mejor y cree que para estar mejor necesita que otros no estén tan bien como él.

Quiere un pulóver Lacoste, ponele.
Turu piensa que José Luis sólo disfrutará de tener el pulóver Lacoste si otros no lo tienen.

Estamos de acuerdo con que está confundido, ¿no?
Porque a lo mejor José Luis quiere que todo el mundo tenga un pulóver Lacoste.
A lo mejor si se gana la lotería le compra un pulóver Lacoste a cada persona que ve.

¿Y por qué se confunde Turu?
A lo mejor porque José Luis es un pan de dios pero, la marca Lacoste tiene adentro ese venenito de que algunos pueden tenerla y otros no.

Tener un pulóver Lacoste no es sólo tener pulóver Lacoste.
Tener un pulóver Lacoste es pertenecer a los que tienen un pulóver Lacoste, que siendo los pulóver Lacoste bastante caros, o carísimos, tienen más que los deslacosteados. 
Tener un pulóver Lacoste es ser más que los demás.

Ne necesariamente, claro.
Pero bueno, para no sentirse superior por tener un pulóver Lacoste hay que tener una consciencia de pelo en pecho, capaz de nadar contra la corriente hasta sentirse un tarado.

domingo, 26 de enero de 2025

COYUNTURA - A veces la Argentina se enferma


Cada tanto los argentinos enferman a su Argentina.

Se toman una jarra loca, cagan a un amigo, van al casino y pierden todo lo que tienen, les agarra un ataque y muelen a palos a su mujer, meten la mano en la lata, se hacen los pisteros y se mandan a pasar un auto en la ruta cuando otro viene de frente.

No hablo de algunos argentinos.
Digo que los argentinos en conjunto, aunque algunos no. Algunos advierten y son derechos, pero algo pasa, algo se nos mete y la cagamos entre todos muy mal.

Entonces quedamos para atrás.

Un país saludable, una Naturaleza divina, casi un paraíso en el que todos podríamos vivir tranquilos sin que nos falte nada, una gente hermosa y esa misma gente, hace mierda todo.

Entonces están los pibes gateando en una casilla hecha con tres chapas a 15 centímetros de la vía por donde pasa el tren, entonces las pibas borrachas con tetrabrik, los viejos sin medicamentos viviendo en los hospitales que no los atienden, entonces los flacos, flacos de verdad, que ya les faltan muchos dientes a los 23 años, agarran un fierro.

No sé qué nos pasa.

Cada tanto hacemos esto. Terminamos en la mugre y la pobreza.

Ojalá la bendición milagrosa que Dios nos regala haga que este momento no sea demasiado largo.

 

 

 

吻, el beso


El biólogo francés Christopher Myrop escribió “El beso”, en el que colecciona descripciones como esta: “se produce por una especie de movimiento de aspiración de los músculos de los labios, acompañado por un sonido más o menos suave. Debe practicarse en contacto con otro ser vivo o con un objeto, caso contrario parecería que se está llamando a un caballo”.

 

¿Es el beso universal?

¿Los besos son iguales en todas las sociedades humanas?

Los varones en Argentina nos damos besos más que los varones de cualquier otra sociedad en el mundo. Ayer estuve un cumpleaños. El primer flaco que se fue le dio un beso a todos los que estaban, eran como 20 fulanos. Los amigos chinos, como sabemos no se dan besos. ¿Los novios chinos se besan igual, tanto como los argentinos? ¿Sienten lo mismo? ¿Los cónyuges?

 

Beso se escribe , wěn.

Fácilmente aparece lo obvio, la boca, a la derecha.

El otro rasgo wù, le agrega el sonido.

Es un caso en que no cabe duda de que este segundo componente no aporta sentido.

indica negatividad más bien en el sentido de prohibición. Es una negación que tiene un toque formal. Podría ser que su negatividad provenga de su origen, un cuchillo asociado con gotas de sangre que caen.

 

¿Qué relación puede haber entre la boca y la prohibición con el beso?

Pero entonces, hay un agujero semántico interesante, porque usar sólo , kou, para decir beso parece demasiado limitado.

Queremos eso

Tuvimos la inquisición.

Tuvimos el genocidio de los nativos americanos, desde Alaska a Tierra del Fuego.

El de los armenios.

Tuvimos genocidios continuamente, en todas partes.

La venta masiva de esclavos africanos.

Tuvimos el macartismo.

Tuvimos el nazismo.

Tuvimos Hiroshima y Nagasaki.

Tuvimos Nanjing.

Tuvimos kilómetros de cruces en las que había rebeldes atados y clavados hasta morir.

Tuvimos a Videla.


Ni siquiera necesitamos recordar, todo esto viene a la mente de modo simultáneo.


Ahora queremos eso.


Escribir para cerrar

Hay personas que escriben para poder cerrar las cosas.

Si no las escriben se le quedan abiertas, crudas, a medio hacer, a medio vivir.

Es como la charla después de la fiesta, o del funeral, como en el cuento Liliana llorando, de Julio Cortázar.


sábado, 18 de enero de 2025

Frente a algo

 Es necesario que uno esté solo ante las cosas —un edificio en construcción abandonado, un árbol que ha crecido solo, dos pájaros que pelean, un poema de Li Bai, una mujer que duerme.

Es necesario estar solo porque lleva un tiempo vivir aquello que uno tiene frente a sí, y ese tiempo es absolutamente único, entre la cosa y uno.





jueves, 16 de enero de 2025

Las puertas

 No es tu vista la que llega hasta la estrella, es la luz de la estrella la que llega hasta tu vista.

Todos los que cursamos Epistemología con Félix Schuster andamos repitiendo en el río de las décadas aquella perspicaz observación.

De ella se puede derivar que si se reemplaza luz por vida y vista por percepción, es posible el viaje a través del Universo no construyendo naves que trasladen materia, sino construyendo instrumentos de percepción.





El Maestro Malo



Nací con una pequeña chinche dentro de mi cerebro, pequeña pero con la capacidad de inyectarme un veneno poderoso, igual que un pequeño escorpión puede inyectarte unas gotas que te causarán la muerte.

El veneno de esta chinche es el odio a las personas vulgares, desagradables, groseras, que gritan en vez de hablar, que no pueden apreciar ninguna belleza, que no saben esperar, que tienen costumbres bestiales, que prefieren la comida barata, que circulan en su auto con una música horrible a un volumen atronador. Que no tienen conciencia del espacio personal y pueden vivir hacinadas; que se ríen de chistes violentos, que se excitan haciendo chistes de temas sexuales. Que se visten mal con ropa barata y les encanta usar marcas, que se sienten que son diferentes cuando se ponen anteojos de sol, que se sienten superiores, que son ignorantes, que no saben ni les interesa saber de literatura o de arte, que se sacan fotos en el baño y las comparten en redes sociales, que sólo escriben en redes sociales. Que tienen casas feas, con cuadros feos, cosos de decoración comprados en un bazar y muebles de mala calidad, y están abarrotadas de trastos desordenados. Que nunca fueron a Europa o fueron y lo primero que hicieron fue sacarse una foto junto a la torre Eiffel y subirla a facebook, que escuchan cumbia, reggaetón y todo eso que suena exactamente igual las 24 horas del día. Que se creen superiores porque hablan un idioma, que hablan de los negros diciéndoles “marginales”, diciéndole “villeros”. Me causa desprecio la vulgaridad de querer ser más, y eso es justamente lo que hace que yo desprecie.

Me desprecio por despreciar. Sentí un asco incontrolable cuando la chica con la que estaba hablando se dio vuelta, hizo un ruido horrible y largó lentamente un grande y blanco gargajo adentro del tacho de la basura que tenía en el escritorio de su trabajo, y luego sentí un amargo desprecio por mí, por haber sentido ese asco. 

A veces me preguntan si en Argentina me han discriminado por chino. Nunca nadie me dijo “chino de mierda”, pero muchas veces sentí que pesaba sobre mí una mirada prejuiciosa y que ese prejuicio era contra mi ser chino. Esa carga, sin embargo, es menor a mi desprecio por la chica que escupió adelante mío.

Una vez sí, alguien expresó mi condición de chino para maltratarme. En realidad esto casi no cuenta porque éramos muy chicos —fue en la escuela, íbamos a tercer grado. Tenía un compañerito que eran notablemente hermoso y más que hermoso era exquisitamente perceptivo. Y muy gracioso. Era brillante, nos divertía mucho a todos con sus ocurrencias y sus payasadas, y de hecho, de grande se hizo un artista famoso, una celebridad. Sin que tuviera ningún mal sentimiento hacia mí— en realidad no tenía ningún sentimiento, ni bueno ni malo—, solía usarme para hacer reír a los demás. Usaba mi fealdad y mi condición de chino, lo que en sus chistes iban juntos. Una vez se paró al lado mío sin que yo me diera cuenta, hizo una gran pantomima para olerme el pelo y con una voz posada y con acento francés, le dijo a las dos maestras que lo festejaban siempre y en ese momento lo estaban mirando: “tiene olog a chiiiiiino“. Las maestras largaron una carcajada. Y yo, naturalmente, me sentí muy ofendido, pero si yo hubiera sido igual de gracioso y bonito que él, y tuviera el favor de las maestras, hubiera hecho el mismo chiste.

En este momento de mi vida, mi fealdad me desmoraliza de un modo aplastante. No tengo defensas ante mi mirada que en un espejo ve un orangután, con el vientre desproporcionadamente abultado, la cara que se le ha agigantado, las piernas que se le han acortado, las consecuencias de una parálisis facial que tuve hace años haciéndose cada vez más notorias (un ojo que se achica con una forma penosa), los dedos de las manos que se van deformando por el reuma.

El Maestro Malo, en fin, se me presenta con todo su poder. Me quedaré lo que me queda de vida encerrado en mi vergüenza si no logro superar la repugnancia que me causan los negros, los feos, los que tienen mal gusto y los que cometen faltas de ortografía.



miércoles, 15 de enero de 2025

Bosque de la felicidad ardiente

En el Nº12 de la Revista DangDai apareció la nota “Diez mil años no es tanto”, en la que el explorador de la ciencia ficción Pedro Perucca presenta al genial Cordwainer Smith, ahijado de Sun Yatsen, con quien su padre fue a militar la Revolución de 1911.

En su artículo, Perucca cuenta que la pronunciación de “Linebarger” en chino suena parecido a tres signos que significan “bosque de la felicidad ardiente”: 林白乐 (bosque + resplandeciente + alegría).

Cordwainer Smith también usaba el seudónimo Felix C. Forest, lo que podría ser una retraducción al latín y al inglés de ese nombre en chino.

https://dangdai.com.ar/2015/03/21/dangdai-no-12-brotes/






martes, 14 de enero de 2025

La inteligencia del analfabeto



Los exploradores suelen ofrecer imágenes íntegras. Buscan crear con los datos que han descubierto, un sistema. 

Generar una coherencia, algo que explique lo que han hallado como partes de un todo.

Han necesitado esa coherencia para buscar y encontrar, y luego la necesitan para hacer inteligible la realidad de la que deben dar cuenta. 

El explorador Benjamin Morrell fue contratado para descubrir una determinada isla. Navegó mucho buscándola, finalmente dio con ella. Exploró una parte de sus costas pero no la circunvaló, se contentó con suponer que era una isla porque no vio otra tierra detrás. Se metió en el interior, anduvo por una planicie bastante desierta, vio un par de animales y vio montañas. Los animales le parecieron presas y entonces supuso que debía haber predadores en las montañas. Supuso que los predadores eran felinos y supuso que su color se parecía al que veía en las montañas, porque sería adecuado para que se camuflaran. Como no vio huellas humanas, supuso que la isla era desierta.

Al presentar el informe, eliminó la consideración de “suponer”, agregó otras suposiciones que completaban la imagen de la isla y habló de todo ellos con certeza para que su trabajo satisficiera a quienes le pagaron, y así volvería ser contratado para otra exploración.

Ahora bien, tal vez Benjamin Morell fue un bribón, pero la Ciencia no opera de una forma muy diferente. Todo conocimiento está conformado por las conexiones que suponemos, inventamos, intuimos, fantaseamos, imaginamos a partir de los datos que tenemos. Borges aprendió el idioma italiano con un ejemplar de La divina comedia. Tomaba un párrafo, distinguía algunas palabras y suponía relaciones entre ellas, suposición que iba ajustando a medida que la coherencia crecía e iba revelando el significado de palabras desconocidas. “Si esta palabra significara … sí, es obvio que significa eso, entonces esta otra palabra significa…”.

Creemos que no le costó mucho a Borges aprender el italiano y sobre todo comprendemos cuánto el desafío movilizó su sagacidad. Es la misma sagacidad que tiene un analfabeto para moverse en un mundo de lectura, y la misma que debe tener quien quiere entender las reglas de un juego que no conoce. Es la sagacidad que compensa el desconocimiento echando mando a otros recursos. 

Quien conoce el código, se mueve más rápido y más eficazmente, y quien no lo conoce recurre a su capacidad para suponer, memorizar, agudizar la percepción. El neurólogo Miguel Benasayag cuenta el experimento de los conductores: los del grupo de Londres, con GPS, llegaban al principio más rápido que los de París, que no tenían GPS, pero con el tiempo los de París tardaron lo mismo que los de Londres, mientras los de Londres perdieron la capacidad de llegar sin GPS.

El conocimiento cierto permitió crear la cultura de toda la humanidad, pero también la ha encerrado y le ha impedido otras maneras de percibir y comprender.



domingo, 12 de enero de 2025

Coyuntura - Los chicos

Hicimos una llamada de video con una antigua novia, yo en Buenos Aires, ella en Paraná. Los dos tomábamos mate mientras charlamos, ella en la cocina de su casa. Apareció a su lado un hombretón de unos 40 años, con bigotazos de turco y energía de hombre de campo. Era el hijo. Mi amiga me lo presentó y me dijo:

— Ves, este boludo está con Milei. 

Al tipo no se le movió un pelo.

— ¿Vos no estuviste en Malvinas? —me preguntó ella.

— No —le respondí—, entré después al servicio militar. Me salvé de que me mataran o de que me cortaran las piernas. 

— Te salvaste de que te asesinara a la Thatcher, y Milei es admirador de la Thatcher. ¿Qué decís vos de la Thatcher, también la admirás? —le preguntó al hijo.

— ¿A quién? —respondió el hombretón. 

— La Thatcher, la pirata. ¿No sabes quién es?

— No.

— ¿En serio me decís, o me jodés? 

— No sé quién es.

— No creo que sea responsable de saber —lo defendí, para compensar y equilibrar el evidente dos contra uno.

— La mitad de los chicos de Argentina no están tomando leche —dijo mi amiga—. La mitad. Y Argentina produce leche para 200, 300 millones de chicos. ¿Sabés cómo se llama eso?

— Algunos le dicen justicia social —dije.

— No: es crueldad. Pura crueldad. Peor, es sadismo. ¿Qué hizo Milei cuando estaba dando un discurso en una escuela y un chico se cayó al lado suyo? Lo miró, como si se hubiera caído un palo. Lo miró a ver si no lo había ensuciado. Ni atinó a levantarlo, ni interrumpió lo que estaba diciendo. Ahí es donde se ve la verdad. Ahí mostró que es inhumano. No tiene corazón, en el lugar del corazón tiene un sorete. Ahora ya lo sabés —le dijo a su hijo—. Ahora ya sos responsable de apoyarlo o no.

El hijo siguió con la mirada en la nada. Quizás la escucho. No se sabía qué estaba pensando. 

No preguntó quién fue Margaret Thatcher y en el fragor del comentario contra Milei, nos olvidamos de decirle.


viernes, 10 de enero de 2025

Zona de confort y más

Si decimos que no es necesario optar entre Occidente o China y el Movimiento Polimórfico en Formación al que se va llamando Sur Global, entonces no tenemos por qué salir de la zona de confort de ser occidentales.

No necesitamos, por así decirlo, ser un sueco que viene a Casabindo, hace una hoguera con su ropa, sus guías de viaje por el Tercer Mundo y su pasaporte y se pone ropa de kolla y aprende a tocar el sicu.

Es más, podríamos hasta afirmar el mayor gusto por lo más recalcitrante del amor cipayo que es el corazón de nuestro goce. Adorar los westerns, soñar con pasar la Navidad en el Ritz de París, poner en el hall de entrada de nuestra casa un cuadro con nuestro árbol genealógico con sus raíces pobladas de que nombres austríacos, noruegos e ingleses; sentir que pertenecemos a Miami, psicoanalizarnos todo el tiempo fuera de sesión, esquiar en St. Moritz, viajar a Nueva York y sacarnos una foto en el edificio que aparece en el comienzo de una serie, sentir la superioridad de Heidegger, de Artaud, de Picasso, de Coco Chanel, de Einstein, de Oppenheimer: entrar en el Museo del Louvre con una remera Lacoste, jactarnos de pronunciar bien el inglés, hablarle en inglés a nuestros hijos. Darnos el gusto sin corrernos un centímetro de lo más tilingo y estúpido, salvo una sola renuncia: abdicar de la exclusividad.

Renunciar al conectivo disyuntivo de la lógica proposicional que nos viene de los griegos “si es A no es B“.

Renunciar a elegir entre Andrea, que es nuestra amiga desde la infancia, nuestra hermana, o Sergio, cuando Andrea y Sergio se separan.

Renunciar a la reconfortante, apasionante grieta.

Renunciar a “Jesucristo, su único hijo”.

Renunciar al Dios Único.

No es fácil, porque justo esta es la comodidad originaria, la que organiza todo.

Es Dios o el Diablo, buenos o malos, superior o inferior, nosotros o ellos.

Somos por la exclusividad.

¿Cómo seguir siendo amigo de Sergio y de Andrea sin ser un traidor a los dos?

Pero se puede elegir no someterse ni a la amistad con Andrea, ni a la amistad con Sergio, ni a la disyuntiva.

Podemos disfrutar de China, en fin, sin salir de nuestra zona de confort occidental.






Realidades

Me toca sumergirme tanto en la realidad en la que estoy que no concibo que vivo en otra. En Nueva York, un día antes de volver a Argentina, no puedo creer que mi vida no es en Estados Unidos. 

Si me fuerzo a creer que vivo en Buenos Aires, entonces pienso que volveré a mi departamento en la calle Uriburu, donde vivía hace años.

Luego me hago un cotidiano en el vuelo de regreso a la Argentina, otra vez me toca un avión medio lleno de jasidíes, nos hicimos amigos con una azafata vieja, el pibe del asiento cruzando el pasillo escribe en un cuaderno a mano igual que yo y hablamos de eso. Y leo absorto Las veredes colinas de África, con Hemingway contando en primera persona cómo caza rinocerontes y antílopes entre masai desnudos y por territorios que se le asemejan demasiado a España. Además, con la media consciencia de ver películas en la madrugada, una a las 2, otra a las 5, una media consciencia que es un estado que te hace perder muchos detalles pero también te introyecta en la cabeza del guionista; así, como un pez que al llegar al mismo lugar en la pecera redonda ya no recuerda haber estado, veo La mala educación, de Almodóvar, y Joker 2, y me sumerjo hasta el fondo. 

Llego a Ezeiza, me espera Karina, que siempre me lleva y me trae de Ezeiza, y hablamos todo el viaje de cómo saber o decidir si se ha vivido lo suficiente; llego a mi departamento, que no está en la calle Uriburu, sino el actual, que es muy diferente y está en otro lugar, completamente diferente, de la ciudad, encuentro que mi hija me ha llenado la heladera de comida y ha dejado el departamento en estado de limpieza como yo nunca lo tengo, y tengo que salir corriendo porque en 40 minutos tengo que reunirme con mi socio porque esta noche se va de vacaciones y mientras estuve afuera apareció un cliente nuevo. 

En la parada de colectivo para ir a la reunión digo “la reconcha de la lora, me olvidé el barbijo”, y empiezo a caminar de vuelta a casa hasta que me doy cuenta de que me olvidaba el barbijo en China en 2022, ahora ya está. (¿pero la pandemia, ya está?)

Etcétera.


Me siento revoleado por el multiverso. 






jueves, 9 de enero de 2025

¿Qué es azul?

 ¿Qué ves cuando me ves?

La pregunta nodular de las relaciones entre las personas y de una persona consigo.

Luego: ¿cómo sé que lo que yo veo como azul es lo que vos ves como azul?
¿Vemos el mismo azul?

Ahora bien, si tenemos esta duda, que necesitamos ignorar para poder seguir viviendo, como cualquier paradoja, respecto de yo y mi hija, de yo y mi amante, de yo y mi hermana, de yo y mi padre, de yo y yo, ¿cómo no tenerla con, digamos, un masai, un igorot de Filipinas o un warekena del Amazonas?

Seamos menos fantasiosos, ¿cómo no tener esa duda con los chinos?

¿Qué ven los chinos en el azul?
¿En un padre?
¿En una mujer embarazada?

En ese caso, podría resultar difícil seguir adelante con el entendimiento mutuo si ignoramos la diferencia.





miércoles, 8 de enero de 2025

Fragmentos de “Las verdes colinas de África”

Un libro en el que Hemingway cuenta que fue a cazar.


Sólo por casualidad gana dinero un escritor, aunque los buenos libros terminan siempre por dar dinero. Nuestros escritores, en cuanto han ganado algún dinero aumentan su nivel de vida y quedan apresados. Tienen que escribir para mantener su situación, sus esposas y demás, y escriben vulgaridades. No son vulgaridades hechas a propósito, sino porque están hechas apresuradamente. Porque escriben cuando no tienen nada que decir, cuando se les ha secado la fuente. Porque son ambiciosos. Luego, una vez se han traicionado a sí mismos, lo justifican y escriben más vulgaridades. Eso o leen a los críticos. Si creen a los críticos cuando éstos dicen que son grandes han de creerles también cuando afirman que son unos podridos, y entonces pierden confianza por medio de la lectura de los críticos. Si escribieran, algunas veces serían buenas, otras malos y otras peores, pero lo bueno saldría. Pero como han leído a los críticos han de escribir obras maestras. Las obras maestras que los críticos afirman que escribieron. Por supuesto que no eran obras maestras. Eran, sencillamente, buenos libros. En consecuencia, no pueden escribir nada. Los críticos les han hecho impotentes

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Durante la guerra mandaron tropas indias a luchar aquí. Para mantenerlas además fuera de la India, porque temían otra revuelta. Luego prometieron al Aga Khan que puesto que los indios habían luchado en África, podían venir aquí con toda libertad para establecerse o dedicarse a los negocios después de la guerra. Ahora no pueden romper la promesa y los indios han desalojado a los europeos de todo el país. Viven de la nada y envían todo su dinero a la India. Cuando han ganado bastante para volverse a casa se largan, pero antes traen a sus parientes pobres para que se hagan cargo de sus negocios y continúen explotando al país.

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A POM le disgustaba profundamente que se la comparara con un pequeño terrier . Si tenía que parecerse a algún perro, y no lo deseaba, hubiera preferido un perro lobo, algo de raza, delgado y esbelto, de patas largas y muy llamativo. Su audacia y valor eran tan automáticos y hasta tal punto un simple estado de ánimo natural que nunca pensó en el peligro. Pero el peligro estaba en las manos de Pop y por él sintió una completa, clara y absoluta adoración. Pop era el ideal de lo que un hombre debía ser para ella: valiente, apacible, cómico, sin perder nunca el dominio de sí mismo, no haciéndose nunca el fanfarrón, nunca quejándose excepto mediante algún chiste, tolerante, comprensivo, inteligente, bebiendo un poco más de la cuenta, como debe hacer un buen hombre y, a sus ojos, muy guapo.

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(…) era feliz como se es feliz después de haber estado con una mujer a la que verdaderamente se ama, cuando, vacío, se siente hermano de nuevo el amor y ahí está y nunca puede tenerse todo y, sin embargo, lo que hay ahora se puede tener, y se quiere más y más, tener, y ser, y vivir en, poseer ahora de nuevo para siempre, para ese largo y súbitamente acabado siempre; haciendo que el tiempo se mantenga quieto, parado, a veces tan detenido que, después, se espera oírle moverse, y es lento en su arranque. Pero no se está solo, porque si alguna vez uno la ha amado felizmente y sin tragedia, ella siempre le ama a uno; no importa a quién ame ni dónde esté, ella te ama a ti más que a nadie. De esta forma, si uno ha amado a alguna mujer y algún país, uno es muy afortunado y si, después de eso, uno muere, la muerte no tiene ninguna importancia.

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(…) es muy agradable cazar algo que se desea mucho durante mucho tiempo, en el cual se siente uno superado por la presa, vencido y fracasado cada día, pero siguiendo la caza consciente de que cada vez que se está tras ella, pronto o tarde, la suerte cambiará y se conseguirá tener la oportunidad que se busca. Pero no es agradable disponer de un tiempo limitado en el que hay que cazar el kudú que se desea o quizás no conseguirlo jamás, ni siquiera ver uno. No es ésta la forma en que se debe cazar. Hacerlo así es parecido a la experiencia que hacen esos muchachos que son enviados a París con dos años para transformarse en buenos pintores o escritores tras los cuales, si no lo han conseguido, deben volver a casa y dedicarse al negocio de la familia. La forma de cazar es hacerlo por tanto tiempo como se viva y mientras se sepa que existe tal o cual animal; de la misma forma que el pintar debe hacerse en tanto existe uno y colores y lienzos, y escribir en tanto que uno existe y disponga de papel y lápiz, o tinta, o una máquina para hacerlo y cualquier cosa sobre lo que a uno le apetezca escribir; uno se siente imbécil si lo hace de otro modo, y efectivamente es un imbécil si lo hace de otra forma.

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Uno muy alto y muy hermoso me preguntó con insistencia algo que yo no comprendía y, después, cinco o seis, se unieron a él. Se tratara de lo que se tratara lo deseaban con muchas ganas. Finalmente, el más alto de todos hizo un gesto muy extraño y emitió un sonido semejante al de un cerdo moribundo. Al fin, lo comprendí; estaba preguntando si teníamos un aparato de aquellos que hacían un ruido parecido a aquél, y yo apreté el claxon. Los niños echaron a correr gritando, los guerreros rieron locos de contento, y, luego, cuando Kamau, en respuesta a la petición popular, apretó el claxon una y otra vez.

 



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Otro libro que se me deshizo mientras lo leía. Lo había leído muchas veces. 
Así pasa con mi vida.