sábado, 8 de marzo de 2014

Carta a una pintora


En su admiración por Laura, Hernán sentía que al pintar, ella sumergía sus manos en la verdad, y usaba la verdad como pintura y como forma.
"No posaré humildad, sé que lo que veo en tus cuadros es la verdad", le decía.
Hernán creía que meterse con la verdad, usarla para pintar, era una épica magnífica, de la dimensión de lo que había hecho Juana de Arco, o Van Gogh, Primo Lévi, Schumann o Bob Marley. Le hubiera gustado dejar asentado: "atestiguo esta empresa con admiración profunda".
Estaba seguro de que si vivieran en una cultura sensata, esas gestas se respetarían como lo más importante que hacen los hombres. Le decía a Laura que ella sería una sacerdotisa, sus cuadros guiarían la visión de todo el mundo, y así la verdad nutriría la vida del pueblo.
Conocedor de las tempestades que sacudían sin parar la vida de su amiga, en una de sus muchas cartas a Laura le escribió: "entre todos los sentidos de tu vida, la pintura es el más potente, el que debería alinear a todos los demás". Le recomendaba poner "tu relación con Isabel al servicio de tu pintura y los demás caminos con corazón que sé que las dos tienen" y abandonar "esa pareja que se les arma de lunas mal trenzadas, tan parecida a un niño consentido y berrinchero, que no quiere saber de otra cosa que no sean sus caprichos."
En otra carta la instaba a "no perder todo el tiempo en armar algo con Isabel, en medio de celos, malhumores, inseguridades y peleas. Dejen que aquello fecundo que las apasiona de verdad les dé una paliza y no les deje energía para perder. Ojalá no tengan tantos problemas de amor que les ensombrezca la dicha gloriosa de tocar la verdad, ser eternas y fertilizarnos a quienes nos toca la luz de tus pinturas".


2006





1 comentario:

  1. todo lo que decis es tan alentador! te agradezco muchisimo. si en la tierra hubiera muchos gustavos alentando a la gente todo seria diferente. muchas gracias por poner una pintura!

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