En el primer año de la facultad le dije a una amiga que nació en Argentina pero se crió en Suecia porque la dictadura, que yo quería vivir en Suecia porque los entiendo y me identifico con algo de ellos como no me sucede con ninguna otra gente.
Mi amiga se burló de mí.
— ¿Y qué sabés de Suecia, las películas de Bergman? —me dijo,
y yo:
— Sí.
— ¿Qué más?
— Nada más.
— ¡Ja! Qué tarado.
Hoy le hubiera dicho que no debía subestimar mi perceptividad,
pero en ese momento no podía articular ese pensamiento. Sin embargo, me quedé
con que yo tenía razón porque no creo que se puede conocer mejor a una gente
que a través de lo que hace un tipo como Bergman.
Aún pienso lo mismo.
Y aún estoy enamorado de esa chica.
Ojalá lea esto (aunque no creo que me recuerde, ni que
esté en facebook, ni que recuerde aquella conversación, e incluso no estoy
seguro de que aquella conversación realmente haya sucedido).
Pero quise vivir en Suecia.
Quiero.
No quiero ser eterno, pero quiero que mi alma sea eterna y
que reencarne por lo menos hasta vivir las vidas que me habrán faltado vivir
cuando muera como Gustavo, y que una vez reencarnada, recuerde todo lo que
deseo en esta vida, mejor de lo que recuerdo ahora, que me olvido
tantas cosas.
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