Mi primo Héctor tenía largas lagunas en cuyas aguas se
reflejaba el cielo de otra realidad. Pero entonces conectaba con el mundo en
que podíamos encontrarnos; era consciente. Una vez me dijo que él podía hacer
muy poquito, y que esa era su vida.
Otra vez me dijo: “se me ocurren muchos proyectos… mi
cabeza… Lo qué sé es que lo constante será que caminaré solo. Mi único plan es
la soledad”.
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