Cierta vez, mi amigo Javi, al estacionar, golpeó con su auto a otro. Desde la puerta del edificio de enfrente se oyeron los gritos de alguien que se acercaba rápidamente.
— ¿Pero qué hacés, boludo? ¡Me chocaste el auto! ¿Dónde aprendiste a manejar? ¡Puta madre!
Estábamos en Bariloche y aquella era la voz de un porteño inconfundiblemente porteño. Mi atención se fijó tanto en las puteadas, quizás un poco exageradas, como en el acento y la voz de porteño.
Fue todo en un instante. Me doy vuelta para mirar a Javi y veo que no puede contener la risa. ¿Qué le pasaba?
Recién entonces vi al tipo: era un perfecto japonés.
Javi se bajó del auto para pedirle disculpas, pero estaba demasiado tentado. Cada vez que miraba al tipo a la cara largaba una carcajada.
— ¿Qué te pasa? ¿De qué te reís, idiota? —lo increpaba el japonés, y Javi cada vez se reía más y más y le pedía perdón todo el tiempo.
Resulta difícil encontrar una queja más razonable que la del actor Nacho Huang cuando me explicó que dedicaba toda su vida actuar, que se venía formando desde muy joven, que invertía en sus obras todo lo que ganaba, todo su tiempo en los ensayos, en escribir y en ver teatro y cine, pero que aún grande jamás había conseguido otro papel que el de chino.
"Los otros días un productor me dijo: 'sos el más talentoso de los que se presentaron en el casting, pero… sos chino'”.
Cuando Nacho aparece en una escena, aunque sea Hamlet, la gente ve, ante todo, un chino.
Lo mismo sucedería si fuera negro o indio —y lo mismo sucedería si fuera caucásico y actuara en China.
A lo sumo, la mente de los espectadores pensaría “mirá, un Hamlet chino”.
No hay modo de obviar ser chino. Y sucede en el cine, sucede en la vida real: un negro que es una eminencia en psiquiatría, presidente de la más importante sociedad de psiquiatras, millonario, golfista, profesor destacado de una universidad muy prestigiosa, si está en el lugar incorrecto con la ropa incorrecta, es candidato cantado a ser considerado un delincuente. Corre el riesgo de Floyd.
De modo que Nacho Huang ha debido hacer algo con sus rasgos de chino. No puede ser simplemente Hamlet. Debe hacer algo con ese “chino” del “Hamlet chino”.
Puede usarlo a su favor, pero a condición de no tratar de disimularlo.