martes, 18 de agosto de 2015

Síndrome


Noto en el gimnasio que todo el mundo me mira. No miran mis músculos ni veo en las miradas admiración, ni curiosidad. Más bien veo algo entre la extrañeza y la reprobación. Lo que sucede es que no voy vestido a la moda del gimnasio. Más bien, o plenamente, voy vestido con un estilo Pepe Mujica, que me va perfecto para lo que voy a hacer, un trotecito de viejo arriba de la cinta. Y ¿qué les pasa a los demás, que para ir a desentumecerse de la vida chota que llevan como tristes empleados o amas de casa, se tienen que vestir como les mandan? ¿No les alcanza con que les hagan vivir una vida de esclavos, que voluntariamente necesitan ir a someterse a un look?


Además tengo problemas con mi aprendizaje del idioma chino. Mi cerebro debe estar liberando litros de la hormona de los niños que padecen ese Síndrome de Pendejo Insoportable, que hace que no pueda aprender nada sin hacerlo demasiado mío instantáneamente. Si me dan a repetir un fonema, inmediatamente me pongo a ensayar sonidos hasta que encuentro el que me parece adecuado, que por supuesto, está alejadísimo del que debo pronunciar para que me entiendan. Me dicen una palabra nueva y ya la estoy usando para construir oraciones, sin saber nada de las reglas gramaticales, pero dichoso por construirlas y encantado con la coherencia que consigo en el resultado, aunque, nuevamente, he surgido con algo que en chino no tiene ton ni son.





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