¡No leas libros!
¡No cantes poemas!
Leyendo, tus ojos se marchitan y se hunden.
Y al recitar, es tu corazón el que vomita cada palabra.
La gente dice que es un placer leer.
Qué lindo cantar poemas, dicen.
Pero si andás zumbando siempre como un insecto en otoño,
lo unico que harás es volverte más flaco,
lo unico que harás es volverte más viejo.
Más viejo y más flaco, en sí no importa:
pero no hay por qué andar fastidiando a tu prójimo.
Mejor cerrar los ojos, sentado en tu estudio,
correr las cortinas, barrer el piso, prender incienso:
también escuchar el viento y la lluvia tiene su encanto.
Andar cuando tenés fuerza, dormir cuando tenés sueño.
¡No cantes poemas!
Leyendo, tus ojos se marchitan y se hunden.
Y al recitar, es tu corazón el que vomita cada palabra.
La gente dice que es un placer leer.
Qué lindo cantar poemas, dicen.
Pero si andás zumbando siempre como un insecto en otoño,
lo unico que harás es volverte más flaco,
lo unico que harás es volverte más viejo.
Más viejo y más flaco, en sí no importa:
pero no hay por qué andar fastidiando a tu prójimo.
Mejor cerrar los ojos, sentado en tu estudio,
correr las cortinas, barrer el piso, prender incienso:
también escuchar el viento y la lluvia tiene su encanto.
Andar cuando tenés fuerza, dormir cuando tenés sueño.
Yang Wanli (1127-1206)
Alguien tenía que decirlo. / Ah, este lo dijo hace mil años... ¡Chinos!
PD. No había leído este poema si no fuera porque lo rescató Miguel Ángel Petrecca. Él rescata cosas así, lo que escribió un chino hace diez siglos.
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