El peronómetro no es muy peronista.
Pero sí es peronista, porque cualquier cosa es peronista.
Miguel Pichetto es peronista.
Barrionuevo, Triaca.
Hasta esto que hago, de decir quién es peronista y cuán
peronista es alguien.
Peronista son todos.
Yo en política no me meto, yo soy peronista.
Pero también está la grieta.
Y no encuentro otra manera que decir que unos son más
peronistas que otros, para recordar el momento en que el gobierno de Kirchner
comenzó a ser exitoso y una masa de gente que había odiado al peronismo, se
hizo peronista.
Un amigo estuvo esos años fuera del país. Cuando regresó nos
encontró a toda su barra, que nos había unido un pensamiento de izquierda,
progresista, tirando a trotzkista, peronistas leales.
Estaba asombrado el amigo. Como que nos preguntaba qué nos
había pasado, que antes odiábamos al turco, y nosotros, indignados porque él no
se había hecho peronista.
Ni qué decir de aquel otro, radical desde que salió
adolescente de la dictadura, alfonsinista, Franja Morada, que en el 2011 le
cantaba el cumpleaños a su hijo con la marchita peronista.
Y teníamos razón, porque Kirchner hacía todo lo que habíamos
pedido a cada gobierno que conocimos. Hacía crecer la economía y repartía a la
guita entre la clase media y los pobres, se unía con otros presidentes
populares y construya una Latinoamérica Unida, invertía en ciencia y educación,
retomaba el juicio a los militares genocidas, echaba al FMI, se enfrentaba con
Clarín.
Entonces éramos peronistas muy peronistas.
Claro que no nos hacíamos cargo de Menem, ni de las dudas
por el aborto, ni menos de Barrionuevo o de Insfrán afligiendo a los pueblos
originarios en Formosa.
Ahora nos gustaba la tía que tenía la foto de Evita, pero no
nos gustaba que el gobierno le hiciera lugar en la mesa a los sindicalistas
grasientos y corruptos.
Esa masa contribuyó a que el peronismo se llamara
kirchnerismo.
No veo que haya en el futuro próximo algo peronista que
vuelva a entusiasmarla.
No veo que se vayan a abrir muchos más restaurantes Perón
Perón.
Sólo espero que esa masa, desencantada, frustrada porque los
peronistas no siguieron dándole lo que quería, en las elecciones que vienen
tenga claro que la opción es o la derecha de siempre, que quiere entregar el
manejo de la economía a Estados Unidos con un moño, dolarizando para que ellos
puedan comprar YPF con chauchas y palitos, o el peronismo.
A esa masa el peronismo nunca dejó de parecerle un poco
asqueroso.
Como siempre, salvo los dorados años del kirchnerismo,
elegir peronismo es ensuciarse.
Ojalá nos ensuciemos, porque los otros van a hacer daño
profundo, como hizo la dictadura, a nosotros y a nuestros hijos.
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