jueves, 5 de mayo de 2011

Secreto en el taller de cuentos de El Pobre de Asís

Romina, Soledad y Sebastián están coordinando el taller de cuentos en el hogar de la fundación El Pobre de Asís. Allí están alojados hombres que no tienen donde vivir. Todos han pasado un tiempo largo o muy largo en a calle. O sea, la causa o la consecuencia de haber pasado mucho tiempo en la calle no es algo bueno.

Uno de esos hombres, llamémosle Horacio, padece una psicosis grave. Su destino como pobre que padece esa afección es deambular como un fantasma negro por los pasillos y los parques sórdidos del Borda, chocándose sin verse con los otros fantasmas sin cara.
A ese hombre el jueves pasado Soledad acompañó a contar escribir la historia que transcribo a continuación.
Leerla fue para mí recibir una patada adentro del pecho. No sé qué le habrá causado a Soledad cuando le tomó el dictado a Horacio, y después, cuando la transcribió. No sé qué le habrá sucedido a él ni a los otros, cuando Soledad les leyó la historia. Lo que sí sé es que es asombroso y no quisiera decirlo así, pero mágico, que este hombre haya pasado del balbuceo ininteligible del primer taller hace menos de dos meses, a contar esta historia conmovedora.

Yo tenía una novia, una tucumana hermosa que anoche la encontré en sueños. Me preguntó si yo era Horacio, yo le dije “¿vos sos Marta?”, “¿y vos sos Horacio Duarte?, retrucó ella. Finalmente respondí, “sí, soy Horacio y vos sos mi primer amor, el primer amor nunca se olvida ¡Qué tarde llegué! Vos ya tenés hijos… cómo me hubiera gustado haber tenido algo juntos”; “nunca es tarde”, fue su respuesta.
Yo fui medio tarambana y por mi enfermedad la perdí a ella, mi primer amor. Mi secreto es seguir pensando en ella, mi tucumana…
La sigo queriendo, la extraño, siempre la llevaré en mi corazón.

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En el encuentro en que Horacio escribió esta historia todos escribieron en base a la consigna: "En su desvarío ella parecía conservar un margen de lucidez para defender aquel secreto".

4 comentarios:

  1. Respuesta de Sole:
    Creo que los tres quedamos muy movilizados después del taller, no sólo por esta historia que José nos regaló sino también por todo lo que siguió. Creo que estaría bueno juntarnos para charlarlo personalmente, el taller le está dando lugar, invitando (aunque a veces la verdad parece que no necesitan ninguna invitación y te caen de sorpresa), a las cuestiones íntimas. Las historias de vida.

    Yo realmente fue algo que esperaba, me imaginé que en algún momento íbamos a tener que enfrentarnos a lo privado, no esperaba que fuera tan pronto! Que un tipo te diga que tiene miedo de caer siempre en el mismo lugar, de repertir la historia hasta la eternidad y terminar cada vez en un hogar, te mueve toda la estantería...
    Creo que lo que más tenemos que trabajar es justamente eso, cómo nos moviliza a nosotros, si podemos o no lidiar con eso. Y qué podemos hacer con eso; si lo que deseamos es un taller literario pensar cómo jugar con las historias personales para que no se pierda lo literario.
    El otro día nos fuimos pensando en qué espera uno con el taller, el deseo de cada uno. Yo les dije a los chicos que mis objetivos son más o menos dos: uno es que el taller mueva algo ahí adentro de cada participante (incluidos nosotros, claro), ya salta a la vista que se están moviendo las cosas...
    El segundo objetivo: "que Miguel escriba un poco como Silvio (sus relatos son íntegramente de su historia, de su infancia) y que Silvio escriba un poco como Miguel (muy lejanos los relatos a algo real, que haya sucedido)".

    Fundamentalmente mi deseo es que se permitan imaginar, aunque sea un rato.

    Como decía arriba, cómo hacer para que no se pierda el hilo de la literatura, para que no termine en un grupo terapéutico? Decíamos con Romi y Seba de meterle más al momento de compartir la consigna, tratar de que imaginen más en esa parte. Tal vez, no sé si será bueno o no, recurrir de ser necesario a que cierren los ojos y nos digan qué imaginan con la consigna, qué les viene a sus ojos... hacer más incapié en lo visual, olfativo, táctil.
    Mismo al momento de leer los relatos, si Giancarlo va a seguir tirando misiles con sus cuentos, intentar rescatar qué hay de visual en cada uno de sus relatos.

    Respuesta de Gustavo a Sole:
    Yo creo que no hay dos órdenes, lo personal y lo literario. Siento que lo literario habilita a trabajar lo persona de una manera específica. No de una manera terapéutica, psicológica, abordada desde lo social u otra. La literatura permite poner las cuestiones personales (que el es único que tenemos) en un escenario fantástico. Allí se las puede ver de otra manera, se las puede trabajar, compartir. También, para el caso de estos hombres, se puede existir, en tanto la historia personal se inscribe en el mundo: en el exterior, en el mundo objetivo, en el espacio de intersección con los otros.

    Si se logra que los participantes escriban, inevitablemente escribirán sobre sus vidas. Si se consigue tratar sobre lo que escribieron, se tratará inevitablemente sobre sus vidas. Si después se habla de asuntos biográficos y eso ayuda, fenómeno, pero yo no haría la división vida por un lado y cuento por otro.

    A lo mejor ayuda entender que la biografía es un relato, una construcción, y por tanto tan ficticio como un cuento. Hay una versión biográfica que obedece a ciertas leyes de la “verdad” y otra versión, que está en el cuento. Las dos versiones expresan a la persona.

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  2. Muchas gracias Gustavo por compartir esta experiencia. Resulta más que interesante.
    Saludos

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  3. De Paula:

    Gracias por compartir este relato de Horacio,es realmente conmovedor.
    El psicoanalista que me acompaña por la vida hace ya muchos años (intermitentes,a veces) dice algo así como que,para él,la terapia consiste en lograr que los pacientes vayan construyendo relatos cada vez más ricos y complejos sobre sus vidas (se llama Ariel Jarach y hace unos años publicó un libro por El Zorzal que se tituló algo así como Hay lo que Hay,tal vez te interese por estos temas).
    Es decir,seguramente el taller que den resultará en parte terapéutico.Aunque está bueno anclar en lo literario justamente para poder ir embelleciendo un poco esas vidas tan duras,y,también,para que la tarea sea más abordable para los que están sosteniendo este espacio (que,supongo,no será fácil de transitar desde lo afectivo).

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  4. Me escribe Vero:
    El relato en sí es una terapia. Me parece casi imposible limitar lo
    literario y lo que puede sEr terapéutico. Cuando estableces en tu
    mente un ordenamiento de hechos, y los plasmas en el papel, ya estás
    sacando cosas que quizás ni saldrían de otra manera. Lo digo pensando
    en Cyrulnik, en Kafka y sus diarios, y en mí. He llegado a matar, casi
    como en un acto de psicomagia, por medio de un cuento, y sirvió para
    sacar demonios.


    Saludos y hermosa labor lo del taller.

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