martes, 15 de enero de 2013

Mis rincones de Buenos Aires 3


Hospital de Clínicas a la noche

Llevaba a mi novia al Hospital de Clínicas cuando ya había cerrado. Íbamos con sigilo por los interminables pasillos desiertos, iluminados por una lámpara de la Segunda Guerra Mundial, recorridos por los ecos de los quejidos que salían de las habitaciones. Teníamos 16 años. Cada tanto entrábamos en una habitación y nos quedábamos mirando el cuerpo de un anciano o una anciana moribunda, que parecía un lagarto muerto sobre una cama, tapado con una sábana tensa. 
Íbamos allí para enamorarnos más. Nos sentíamos en la 1984 de George Orwell, o en una época luego de una catástrofe. 
Luego salíamos a una terraza desde la que espiábamos el tráfico de la avenida Córdoba, como si miráramos otro país, y allí nos drogábamos y éramos felices juntos.