sábado, 29 de mayo de 2010

Mentime, torpe


Ciertamente los argentinos demandan a sus gobiernos —con macizos fundamentos— racionalidad y sensatez, mientras anhelan fantasías.
La fantasía fue una clave del éxito y la perduración del gobierno de Perón y Evita, del entusiasmo de la primavera alfonsinista y de la adscripción que tuvo el gobierno de Carlos Menem, así como el fracaso del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
No me voy a poner a jugar ahora, pero cualquiera podría hacer la lista de los gobiernos de Argentina, nacionales, municipales, provinciales, incluso de organizaciones intermedias, adjudicarles un puntaje en relación con su capacidad de generar y alojar fantasías y observar la relación entre ese puntaje y el éxito de la gestión.
El gobierno de Perón y Evita cultivaba, habilitaba, celebraba, invitaba a la fantasía de que todos éramos gobierno, que algo mejor vendría y que sería brillante, feliz, hermoso; que el compañerismo prevalecería, que un hada madrina y un padre bueno usarían el poder en beneficio de los humildes y los defenderían de los malos. Todas estas fantasías y por tanto, la fantasía, que es pariente —sobre todo en política— de la esperanza. Al sembrar la fantasía el político convence de que hay esperanza.
La fantasía que fogoneó Carlos Menem, en sintonía con la época, no era la de salud para todos los niños, transporte público para todos ni barrios de trabajadores, sino la pequeñoburguesa de cada familia de clase media: vivir en un country, viajar a Europa, tener un electrodoméstico para cada tarea, ser rubia como Valeria Mazza. Ser Primer Mundo. Ser el Primer Mundo que creemos que somos.
En cambio, Cristina Fernández de Kirchner es ciegamente torpe a la hora de jugar a la fantasía. Su mayor mérito es tener autoridad para hacer las cosas correctamente, pero no alberga, no provoca, no alienta fantasías, con lo que aquello que hace muy bien, y está haciendo muchas cosas muy bien, termina no valiendo nada. Le decimos: aunque te amenacemos con matarte si no nos la das, no nos des realidad, para eso está la realidad, y la oposición; danos esperanzas. Danos fantasía, hacenos fantasear, hacenos creer que viene algo que nos hará sentir que son los días más felices que viviremos. Mentinos, torpe.

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