Cuando la inspiración impulsa a alguien a una misión y salta al barco que está por zarpar, se va hasta el final de la misión, y la hace por hacerla, por la épica, por el fanatismo de estar vivo. Es indispensable apuntar impecablemente al resultado mejor, pero la aventura no es validada sólo por el resultado. El resultado es más bien una consecuencia, contaminada por variables fuera de nuestro poder.
Lo importante es, al final, poder mirar a los ojos a los amigos y a los hijos.
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