Perdónenme,
dulcísimas criaturas.
No lo había
entendido. No lo sabía.
Es tan natural
aceptarlas a ustedes, amarlas…
Y es tan simple.
Luisa, me siento
liberado. Todo me parece bueno, tiene sentido, todo es verdad.
¡Cómo me gustaría
poder explicar! Pero no sé cómo…
Ahora todo se
vuelve como al principio, confuso.
Pero esta confusión
soy yo, como soy y no como quisiera ser.
Ya no tengo miedo
de decir la verdad, de decir lo que no sé, lo que busco y no he encontrado.
Sólo así me siento
vivo.
No puedo mirar
tus ojos fieles sin sentir vergüenza.
La vida es una
fiesta, vivámosla juntos.
No sé qué más
decirte, Luisa. Ni a vos ni a los demás.
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