El Poder Ejecutivo decidió darle a las Fuerzas Armadas autonomía
en la organización y dirección, incluyendo el poder sobre ascensos, traslados y
designaciones.
Una amiga observa que "los que votaron a Macri desprecian
la democracia". Creo que el voto no es homogéneo, sino que está hecho de
muchos impulsos. Uno de ellos es el amor por el autoritarismo, incluso el
autoritarismo vejatorio. Esa inclinación sustentó las dictaduras militares y le
dió un amplísimo apoyo a las 76. Los juicios a los kapos locales y el
movimiento de los derechos humanos fueron valientes y fuertes, pero apenas
afectaron a esa vocación violenta que se complace en la violación. Estuvo
callada, pero nunca dejó de gravitar.
No es patrimonio de los fachos: salvo los revolucionarios y
humanistas santos, en alguna medida está en todos. Necesitamos hacer más fuerza
para creer que estamos en democracia que para entender que dadas las
condiciones, mucho más del 51% de los argentinos le firmará al Gobierno un
cheque en blanco para cualquier represión, lo que incluiría desapariciones, venta de bebés, etc.
Ayer el presidente vinculó, como hizo unos días antes el
intendente de Bahía Blanca, las Fuerzas Armadas con la lucha contra el
terrorismo. No volvimos: nunca salimos de ahí.
¿Por qué este decreto? ¿Cuál es el plan? Que no tengamos idea de
cuál es el plan, es en sí una muestra de que la democracia de que nos hablan es
un chiste.
Quizás ni siquiera el Poder Ejecutivo sepa cuál es el plan. A
veces se tiene la sensación de que el Gobierno ejecuta un plan que viene de
otro poder y ni siquiera le es comunicado.
Hay que estar preparados para cualquier cosa. Este decreto no
es una concesión a las Fuerzas Armadas, sino que realmente tiene autoridad
sobre ellas instituyéndolas como un poder autónomo para que reciban armas y órdenes
superiores al gobierno nacional, y para que repriman el quilombo que no tardará
en incendiar la Argentina.
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