viernes, 23 de julio de 2010

Máscaras




Puede observarse cuántas y cuáles caras hace una persona. Qué máscaras forma con sus ojos, su rostro y su cuerpo.


Tal vez la persona se siente linda, o lindo haciendo tal máscara, y por eso la usa mucho.


Posiblemente use tal o cual máscara: la hace porque se siente bien con esa máscara puesta o porque sabe que conseguirá tal o cual efecto.


Pero tal vez no sea conciente de la máscara que lleva en un momento determinado, y entonces ¿quién hace la máscara que tiene? ¿La Naturaleza? ¿El Superyó? ¿Una fuerza de otro mundo? ¿El alma?


Tal vez la persona ponga cara de impasible, como mi amigo el Chapa, o como sabe poner Julio Chávez, o como naturalmente le sale a los orientales. Quizás la máscara cara de póker sea una estretagia histriónica, porque partiendo de ella, cualquier cara es muy expresiva. Es lo que me explicaba Armando sobre el cine, “en la pantalla del cine tus ojos tienen dos metros de alto; en un plano detalle, si los abrís apenas demás, volteás a los espectadores. Y quedás ridículo”.

Es el ridículo de los actores expresionistas, y mucho más el de las personas que hacen esas caras en situaciones que no buscan la comicidad.


Obsérvese a alguien, al profesor de matemática, ala vendedora de cosméticos, al policía parado junto a la puerta del banco, a la doctora, a la chica que barre la vereda. Obsérveselos cuando no están apercibidos de que se los mira y cuando saben. Nótese las diferencias en sus máscaras entre una y otra situación.


Puede resultar entretenido buscar el origen de la colección privada de máscaras que cada persona tiene. Una etimología de las máscaras enfocada en el ámbito familiar. Una heurística de las máscaras que comprenda como fuentes los generadores de máscaras en las pantallas: actores, políticos, conductores, periodistas y otros. Alain Rensais hizo este juego en Mi tío de América.


Entre aquellas máscaras que se hacen para ser miradas, puede escrutarse para quién fueron diseñadas y puestas.

Más exigente aún y acaso más delicioso, será llegar a intuir quién mira una máscara que no se hace concientemente.


En fin, estos son desvaríos que se me ocurren mientras viajo en colectivo hacia el laburo, si de verdad interesa el tema habrá que recurrir a dramaturgos, psicoanalistas, filósofos y antropólogos. Yo empezaría por Alcances sobre la Teoría de la Mascara, de Carl G. Jung, me serviría La ruta de las máscaras, de Claude Lévi-Strauss, y tal vez Victor Turner, quien escribió en La selva de los símbolos: “Decorar, cubrir, descubrir, o alterar la forma humana de otra manera está acorde con las nociones sociales de lo correcto en términos cotidianos o sagrados, belleza o solemnidad, estatus o cambios en estatus – o hasta una ocasión de la violación e inversión de estas nociones—parece haber sido una preocupación para todas las sociedades humanas conocidas….la superficie del cuerpo parece ser siempre tratada no solamente como la frontera del individuo como entidad psicológica y biológica, sino la frontera del ser social también”.

2 comentarios:

  1. Las máscaras como así también las "utterances" siempre son políticas. Uno se relaciona con el mundo y la mayoría de las veces consigo mismo, a la manera que uno considera más apropiada o conveniente. Tal vez esto de deba a que es imposible saber lo que es el mundo o quién es uno. Por lo tanto inventamos y vivimos el teatro. Lo cual no sugiero que hay que tomarlo a tremenda sino que es bueno gozarlo. Los llamados "neuróticos" son los mas entretenidos.

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  2. Hay una película china precisamente que se llama "el rey de las máscaras". La recomiendo especialmente. Te la presto cuando quieras Gus.

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