viernes, 3 de junio de 2011

Erik Satie



Tenía un carácter insoportable e intransigente, ideas disparatadas y ocurrencias irritantes y paranoicas. Se presentaba a sí mismo como fonometrógrafo, alguien que mide y escribe los sonidos, y no como músico. Titulaba sus obras de manera delirante (Tres fragmentos en forma de peraEspañañaVejaciones) y las anotaciones de sus partituras resultaban grotescas (en su Danse cuiraseé se puede leer: Paso noble y militar. Se baila en dos filas. La primera no se mueve. La segunda fila se queda quieta. Los bailarines reciben un sablazo que les divide en dos la cabeza). Inventó la música de mobiliario, aquella compuesta específicamente para no ser escuchada. Militó en confesiones religiosas de las que era el único miembro. Sólo a su muerte sus amigos se dieron cuenta de la miseria en la que vivía, miseria a la que describía como «la muchacha de grandes ojos verdes».

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