Obligué a Blanca a quererme. Ella tenía algún sentimiento
por mí, pero más tenía prevenciones, y también sentimientos en mi contra, pero
con mañas y porfía inclaudicable la forcé a que se casara conmigo y me
quisiera. Al final me ha dejado. Se fue con Aníbal, a quien siempre quiso más.
Estaba enamorada de él en la época en que ella y yo nos conocimos.
Yo pensaba que si yo empujaba un poco, al final ella se iba
a enamorar de mí; total, ¿de qué está hecho el amor? Yo pensaba que cuando ella
se diera cuenta de que yo estaba loco de remate por ella, de que haría
cualquier cosa por ella, de que jugaría todo por ella, entonces ella se iba a
enamorar. Y un poco pasó, pero un poco nomás. Blanca siempre conservó el
desamor que me tenía desde un principio. Un día lo sacó de la cajita donde lo
tenía guardado y lo puso arriba de la mesa.
“Sabés que nunca te quise”, me dijo.
Y también me dijo que hay que dejar que la gente haga lo que
sienta. “Vos te mereciste una mujer que de verdad estuviera enamorada de vos, que
se apasionara con vos igual que vos te apasionaste conmigo. ¿Por qué me
elegiste a mí? Por caprichoso”. Me dijo que la próxima vez, viera bien si la
mujer que le gustaba estaba enamorada de mí, y que si no, la dejara seguir su
camino.
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