Cuando presenté Mariposa de Otoño en San Nicolás aparecieron
unas viejas amigas de mi papá y me entregaron un retrato de él.
Mi papá llegó de China en 1954, montó una fábrica y las
señoras habían sido operarias.
En los últimos años me he dedicado a conocer el lugar donde nació
mi papá. He restablecido mi conexión con la China de mis ancestros.
De ese empeño surgió el libro Mariposa de Otoño.
Colgué aquel cuadro en mi casa, un amigo lo vio y dijo
"ahora nos colgamos de las tetas de Ping-Yip, ¿eh?"
Hace muchos años descubrí que mi apellido no era Nig sino Ng,
y me lo restituí; otro amigo me amonestó "Ahora te llamás ene gé",
como diciéndome “te vas a la ciudad y te olvidás del pago”.
En un tiempo empezaré a meterme con mis raíces gallegas. Es
una entre tantas.
Quizás vos tenés raíces que se hunden en un solo punto, pero casi
cualquiera que lee esto tiene diferentes raíces. Sólo 1 de cada 10 argentinos
tiene los 4 abuelos argentinos.
¿Se diría que alguien es un traidor, porque cuando está con un
lado, traiciona a los otros?
¿De dónde sale esa pureza racial que le hace a alguien sentir
que soy un traidor a mi identidad china porque también trabajo mis otras
raíces?
Entiendo que es inevitable sentir ese reproche contra mí.
Lo adopto, abrazo a quien lo sienta.
Y también le digo que le acaba de asomar
su vena nazi.
Entonces, de un lado estoy cavando en distintos pozos del
planeta, muy alejados entre sí, para tocar con mis manos la tierra de donde
salen mis genes, y del otro está alguien con su jeringa para sacarme sangre a
ver si soy puro.
No soy puro.
No quiero serlo.
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