Tengo que permitir que se liberen de mí unos seis kilos de
guijarros orgánicos que se me se han abrojados de mis células.
Entonces comienza a tomar forma una especie de ilusión de que
devorar vegetales es maravilloso.
Sentir la frescura de su agua saliendo del interior de su
cuerpo hacia mi boca, los gustos silvestres, las texturas diferentes...
Amaré los vegetales, los devoraré a toneladas, en cualquier
momento, me daré una orgía de hojas, frutos, tallos, raíces, semillas, pimpollos.
Porque sólo con palabras es posible cambiar la realidad.
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