Como si hubieran nacido en el Uruguay, mis hijos son fanáticos de los Beatles. Aunque yo los escuchaba desde que salió Abbey Road, veinte años antes de que ellos nacieran, fueron ellos los que me hicieron entender que lo fenomenal de los Beatles no surgió tanto de su genialidad ni de las condiciones históricas, sino de los años que esos chicos se pasaron tocando siete horas por noche en pubs llenos de gente que no los escuchaba.
China ha pasados miles de años gobernándose como una sociedad gigantesca, en un territorio colosal, con una economía desmesurada.
Fueron milenios de fogueo que mantuvieron una continuidad, de modo tal que los nuevos no descartaban todo lo anterior, sino que aprovechaban todo lo que les servía.
Esa experiencia dotó a China de una inteligencia gubernativa impresionante, con la que capturó, podó, domesticó, retorció, adaptó y ahora le saca el jugo al capitalismo.
Lo hace con enorme éxito y está usando el capitalismo para su objetivo socialista de garantizar buenas condiciones de vida para todos los habitantes del país.
De algún modo, el socialismo con peculiaridades chinas es una superación del capitalismo. La China que está erigiéndose como el mayor poder planetario del siglo XXI es un post capitalismo.
Nos interesa comprender el modo en que China está muy atenta a los virus que contiene el capitalismo y que podrían dañarla seriamente.
Saltan a la vista las prevenciones que toma el Gobierno chino contra el monstruoso privilegio individual en contra de toda la sociedad.
Por otra parte, el hiperconsumo pareciera un virus con el que China está coqueteando.
Finalmente, intuimos que el derroche es un virus fatídico del capitalismo que está potenciándose con la tendencia de China al lujo asiático, a la desmesura.
China está usando muchísimo más recursos de lo necesario. Hay muchos chinos que están tirando al tacho de la basura comida sin tocar.
Nos asusta pensar las consecuencias que este derroche puede tener en China.
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