martes, 27 de noviembre de 2012

Contrincantes empolados


Cuando le respondí a una señora que colaboro con el Diario Clarín, automáticamente soltó una parrafada incontenible de insultos, indignaciones, reclamos y acusaciones contra el Gobierno.
Clarín y el Gobierno son en este momento archienemigos, en una pelea que se parece a un pozo, dos pozos, que chupan toda la realidad. Nadie puede quedar afuera de la polarización.
Los argumentos de la señora tenían todos serios problemas. La lógica interna fallaba sonoramente, abundaban las tautologias, sobreabundaban las afirmaciones emotivas. Me sorprendía de que, siendo la señora una académica, ninguno de sus argumentos resistiera el más elemental cuestionamiento.
Inferí que los argumentos del otro polo (en el cual estoy plantado) no podían ser de mucho mejor calidad.
O algo peor: que la mala calidad fuera una consecuencia de que en realidad no importa la calidad.
Esto sucedería si los contrincantes no debatieran. Si se enfrentaran pero rehuyeran la discusión. “yo tengo razón y basta”.
Quizás los dos tengan razón en no discutir, pero naturalmente los argumentos se abaratan y empobrecen hasta la miseria, y así se desangra y socava la razón, que es un terreno común que permite el entendimiento, y al fin se marchita quizás hasta el colapso, la inteligencia.