El padre de Pablito se enojaba cada vez que lo llevaba a
pescar, porque en lugar de simplemente arrojar la línea al agua, llevaba una
caja de pesca de la que rebalsaban anzuelos, plomadas, tansas, boyas, rotores,
alfileres, cuchillos, pinzas, linterna,un rollo de papel de cocina, incluso un
manual de pesca, y llevaba dos cañas enormes y una telescópica, y una bolsa con
diferentes tipos de carnadas... Cuando llegaba se ponía a armar todo, lo que le
llevaba muchísimo tiempo, renegando, frustrándose, sudando. El padre decía
"che, viniste a pescar o a jugar con esas porquerías?" Hoy, docente
de la carrera de Política Internacional, recuerda aquello y le contesta a su
padre: "No es concebible hacer algo sin mística. Es más, las cosas se
hacen por esa mística. No hay otro fin".