La Serpiente de 2013 se ha llevado a Margaret Thatcher (al
fin), Hugo Chávez (una pérdida grande, tal vez clave), Julio Márbiz (al
fin), Elsa Borneman (temprano), Carmen Vallejos (seguirá en mi infancia),
Alejandro Urdapilleta (temprano), Ernesto Schoo (compañero de Tiempo
Argentino), Eduardo Falú (finalmente, más cerca del arpa), Peter O’Toole (otra
pérdida), Nelson Mandela (misión bastante cumplida), Franklin Caicedo (también
misión bastante cumplida, aunque los poetas siempre tienen algo más para
decir), los criminales Jorge Videla y José Alfredo Martínez de Hoz (escupimos
sobre sus tumbas), Lou Reed (muy llorado), Clorindo Testa (pérdida importante),
Manolo Galván (el romanticismo español ha perdido una voz y una barba candado),
Guillermo Rico (estarás siempre en mi enorme televisor blanco y negro en el que
veíamos Rolando Rivas, taxista), García Ferré (el Papá de la Infancia Argentina
de los 70), Tangalanga (no me asombraría que su espíritu se aparezca en una
sesión de espiritismo y agarre para la joda a uno de los presentes) y a
Guillermo Nimo (no murió, sólo abandonó su cuerpo aquí; en el cielo está con
sus compañeros Daniel, Cassiel y Peter Falk).
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