— ¿Por qué nosotros somos tan expresivos y ustedes
demuestran tan poco?
— Ustedes tienen
200 años de historia, nosotros tenemos miles. Ustedes son inocentes. Son unos monos.
Sólo saben hacer asado, están inventando comidas porque no tienen comida propia.
— Cuando había un niño pequeño en el subte en
Guangzhou, Beijing, en cualquier lado, aunque hubiera una multitud de personas,
siempre me miraba a mí. Creo que era porque los demás tenían la cara
invariable, y en cambio yo hacía muchos gestos.
— Argentina es una fábrica
de comida, se puede terminar todo, pero nunca se terminará la comida. Un
argentino se sienta al pie de un árbol y espera que caiga una fruta. Tarde o
temprano caerá, porque así es este lugar. Nosotros, en cambio, hace 30 años pasábamos
hambre. Para Año Nuevo comíamos un huevo. Tuvimos la invasión de los japoneses,
que nos destrozaron. Tuvimos hambrunas que mataban millones de personas. Eso
nos dejó sin superficialidad. Tenemos que salir adelante. Nuestra historia nos
hizo responsables, somos responsables de la vida de nuestros hijos. Somos
responsables de nuestro país. No tenemos tiempo para lamentarnos por cualquier
cosa, para preocuparnos por estupideces o para protestar por insignificancias.
Tenemos que levantarnos de entre los muertos, no andamos emocionándonos
rápidamente por cualquier motivo.
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