— ¿Te acordás cuando
hablábamos por teléfono y no podíamos cortar?
— Y vivíamos a
dos cuadras.
— Sí. Eran las
tres, las cuatro de la mañana.
— Y aún no
podemos. No podemos cortar.
— Es nuestra
historia.
— Es un poco
triste.
— Sí.
— Un poco triste,
y linda.
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