Cuando te dirijas a
un amigo, hablale al salvaje que tiene dentro.
Hablale al indio, al
que no hace para obedecer, ni para rebelarse, sino porque le sale del fondo
irracional, de las ganas injustificadas, del entusiasmo que nada provoca, sino
un arrebato diabólico, sin ley ni moral ni cálculo.
Cuando hablan los amigos -las pocas veces que hablan- la desobediencia, irracionalidad y el salvaje, están implícitos (mas que nada en el silencio). Ya te conocés.
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