Tengo 56 años.
Los chicos ya vuelan. Todavía se los mira, por las dudas,
pero ya no se caerán.
Están bien.
Te vienen a visitar.
Vamos a visitar al
Viejo.
No puedo pensar en algo más lindo que cuando tomamos unos
mates con los chicos.
¿Qué más se puede querer, en la vida?
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