Cuenta Dan Wakefield que “mientras los métodos de meditación
orientales como el zen hacían furor, Vonnegut sostenía que tenemos nuestro
sistema occidental para alcanzar los mismos resultados de calmar el ritmo
cardíaco y aquietar la mente: se llama 'leer cuentos'. A esta práctica la
llamaba ‘siestita budista’.
Y esto dice el poeta, el Homero, de Las alas del deseo
(palabras de Peter Handke, película de Wim Wenders): "Nombradme a los
hombres, mujeres y niños que me buscarán, a mí, su narrador, su cantor y
portavoz, porque me necesitan, más que a nada en el mundo. Hemos
embarcado".
También: "Cuéntanos musa del narrador, del infante, del
anciano apartado a los lindes del mundo y haz que en él se reconozca cada
hombre. Con el tiempo los que me escuchaban se han convertido en mis lectores.
Ya no se sientan en círculo sino solos, y cada uno no sabe nada del otro. Soy
un viejo, con la voz quebrada, pero el relato sigue elevándose desde las
profundidades. Y la boca entreabierta lo repite, tan poderoso como apacible.
Una liturgia para la que nadie necesita estar iniciado en el sentido de las
palabras y de las frases".
Volviendo a Wakefield sobre Vonnegut, “escribió que ‘la
función del artista es hacer que la gente viva la vida mejor que antes’, y
cuando alguien le preguntaba si había visto eso materializado, él respondia:
‘sí, The Beatles lo hicieron’”.
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