lunes, 11 de noviembre de 2019

El mandato de la astucia


Qué bueno que la nueva ola nazca con nombre, Grupo de Puebla. El grupo de Lula, Chávez, Kirchner, Mujica, Evo, Lugo, Correa no tuvo nombre. Qué bien que se haya hecho esta corrección.
En lo que tuvo de místico aquel grupo, hubo una dosis de ingenuidad.
No es posible olvidar aquella frase de Lula, “Nunca pensé que poner un plato de comida en la mesa de un pobre generaría tanto odio de una elite que se harta de tirar comida a la basura todos los días”.
Es una frase de una elocuencia maravillosa, tan enorme como su inocencia. Luego de recuperarse de su eficacia expresiva, a alguien se le podría ocurrir preguntarle a Lula: ¿cómo, Lula, nunca pensaste?
¿Qué pensaste?
¿Pensaste que no tendría consecuencias darle una bofetada a la oligarquía, al imperio, a los dueños?
¿Pensaste que iba a ser gratis?
Las nuevas generaciones podrían reprocharle: Lula, no tenías derecho a no pensar que la reacción, cuyo veneno recaerían sobre nosotros, sería vil, brutal, aplastante, asesina.
Hubo ingenuidad en todo aquel grupo sin nombre. Tal vez fue el candor del triunfo, ver que los bolivianitos recién nacidos ya no morían por la falta de higiene en los hospitales, ver que las mujeres que se habían deslomado toda la vida y llegaban a viejas desamparadas, ahora tenían jubilación, ver que un pobre tenía un plato de comida en su mesa.
Quizás esa ingenuidad los llevó a pensar que beneficiar a las grandes mayorías siempre postergadas garantizaba a sus gobiernos cierta invencibilidad, los ponía un paso delante, donde ya no serían alcanzados por la Reacción y su máquina de odiar.
Cuando finalmente apareció, la Reacción los barrió del mapa.
Utilizando, además, el arte cruel de poner en contra de los líderes a gran parte de los mismos que sus gobiernos habían beneficiado (tampoco habían pensado en eso, "nunca pensé que el pobre que tuvo un plato de comida en la mesa, me clavaría un puñal en la espalda para ir a comer a McDonald´s").
Lula, Chávez, Kirchner, Mujica, Evo, Lugo, Correa: debieron haber pensado.
Lula, Maduro, Mujica, Evo, Lugo, Correa, Cristina, Fernández: deben pensarlo. Tienen la responsabilidad de ser astutos como lo fue Fidel Castro.

La cantidad de veces que intentaron matar a Fidel es casi irreal (los servicios de seguridad cubano hablan de más de 600 planes, de los cuales más de un centenar fueron. ejecutados), y la variedad es casi surrealista. Ataques mientras hacía caza submarina, francotiradores, comida, explosivos colocados en sus zapatos, femme fatales, veneno inyectado en un cigarro, una carga explosiva dentro de una pelota de baseball. Miguel Escalante, ex jefe del servicio secreto cubano, dijo que lo intentaron los gobiernos de Kennedy, Johnson, Nixon, Carter, Reagan y Bush.
Tengo la sensación se que Fidel fue enfático y tenaz con Chávez respecto de no ahorrar en todos los esfuerzos necesarios para mantener la guardia alta, y que eso no estaría desvinculado del hecho de que este año los Estados Unidos, con el apoyo de todo Occidente, no pudieron doblarle el brazo al gobierno de Maduro, aún con todos los frentes abiertos que tiene.
Esa cautela extrema, que consiguió eludir decenas de intentos de asesinato de Fidel, fue desestimada por el Che, y de la misma manera fue subestimada por los líderes del grupo sin nombre.
El golpe de Estado contra Evo debería ser la lección determinante.
Las posiciones, los logros conseguidos para el Pueblo , para las próximas generaciones, deben defenderse construyendo con la solidaridad una realidad que dure mil años, y para eso deberá ser sostenerse la lucha, porque la oligarquía, aún reducida al tamaño de un insecto, es una serpiente de esas que "la mato y aparece una mayor".




No hay comentarios:

Publicar un comentario