Tengo una amiga psicoanalista que se plantea como objetivo
ético que sus pacientes salten, lo antes posible, del sofá a la pista de baile.
Confía en que quien baila con otros necesita mucho menos de
un analista, un médico, un guía espiritual, un libro de autoayuda.
"Bailando se te pasa", suele decir.
Claro que no es tanto el baile de Scola, sino el bailotear
sin darse cuenta, hacer cualquier cosa. Como los Muppets.
En la fiesta de cumpleaños de 15 de mi sobrina, Mariela me
hizo ver a dos o tres parejitas. Todos los chiquilines bailaban como locos,
saltando como cabras, y las parejitas estaban sentadas en la oscuridad,
mirando, envidiando. Tenían 15 años y ya estaban condenadas.
Es mejor lanzarse a bailar, y si resulta que te divertiste
con alguien, entre vos y esa persona hay algo que vale la pena. Seguramente vas
a querer volver a estar con ella. No hará falta que estés preso de la institución,
del título, del disfraz. De novia, novio, amigo, adulto, artista,
revolucionario o lo que sea.
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