Vengo de tomar un café con Camila. Me dijo que cree que estar enamorada se parece un poco a “me regalé una historia de amor”.
Mucho más que una novela en un libro, que vive con los ojos y la fantasía. La
historia que ha tenido con Joaco fue una fantasía materializada que le dió
placer y dicha también por los oídos, la lengua, los aromas, la piel, el sexo.
Más aún, le llenó el sentido de la vida. “Me zampé una historia de amor”, me
dijo, y me confesó que los primeros meses se pasaba las horas
lamiendo, mordiendo y sorbiendo el cuerpo de Joaco como si fuera un chocolate, más grande de lo que su imaginación podía concebir.
“Fue una historia de puro egoísmo”, me dijo. “No tuve ni un
átomo de amor por Joaco. Fui yo con mi placer y mi tesoro”.
“Creo que tengo que acudir a Enamoradizos Anónimos”. Concluyó.