La buena literatura es aquella que es capaz de encender el
alma del lector. Los textos son indispensables de la misma forma que es
indispensable la chispa para iniciar el fuego.
Por otro lado, la materia de los textos no es mérito del
autor. Lo único de lo que el autor puede jactarse es de su trabajo y de su habilidad
de poner en palabras escritas aquel material que consigue o encuentra, pero que
es siempre exterior a él y de ninguna manera un precipitado de su alma.
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