viernes, 22 de agosto de 2014

Mala pata



Anoche, en el Parador Nocturno Retiro. Andaba mi amigo Boquita renqueando por todo el parador. Una de las patas del pantalón arremangada, el pie herido medio metido en una zapatilla.
    ¿Qué te pasó, Boquita?
    Hoy, trabajando… —viene largo relato de un accidente de trabajo y larga explicación de cómo mañana irá a arreglar con el patrón.
    No caminés más, menos sin muleta. ¿Querés que pidamos una muleta?
    No, dejá. Ahora viene el enfermero.
    Pero hasta que venga, dejá de caminar.
Vuelve a contarme el accidente. Al final agrega:
    Y ayer cuando llegué a mi cama[1] había uno. “¿Qué hacés acá?”, le dije, “¡vía!” y era un rengo. Y mirá lo que me pasó hoy. ¡Rengo mufa, la puta que lo parió!
Conozco a Boquita desde hace años. Estaba en uno de los talleres de Redacción de Cuentos para personas de la calle que yo coordinaba. Boquita escribía anécdotas muy cortas, que hacían aullar de risa a sus compañeros.




[1] El Parador aloja sólo por una noche; nadie debería tener una cama “suya”, pero muchos vienen desde hace meses o años y ya se han adueñado.






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