Esto me produce una emoción incontenible. Me ahoga la ola
gigante de la maravilla, del asombro, no puedo contener el llanto, por los milagros
que consiguen hacer los humanos.
A mi amigo Pablo Zhong le he pedido analizar la traducción
del slogan Sueño chino o Sueño de China, y él me reenvía este
video que ha compartido mi hermana en una red social. Me escribe junto al
video, solamente el ideograma 梦,
sueño. Veo lo que hicieron en Beijing ese día y pienso que es una demostración que
el Sueño de China es posible, que ya
está siendo real.
Imagino el orgullo y el agradecimiento infinito que sentirán
los chinos por ser chinos, al ver esto.
Quiero participar de este portento, pero me he sentido fuera;
aún siendo medio chino, aún siendo un primogénito chino, aún teniendo un
apellido que las computadoras de Occidente rechazan, me he sentido fuera. Aún
dejando el cuero para hacer una revista de intercambio entre Argentina y China.
No hemos recibido para hacer la revista ningún apoyo, ni un gesto de las
instituciones del gobierno chino.
Pero está Pablo Zhong, y también Gao, Caro y Ana Kuo, Nacho Huang, y está Oscar Zheng, y hasta Chen Ruiping. Y está mi hermana. Y mi viejo, allá lejos, pero lo llamo por teléfono y charlamos.
Pero está Pablo Zhong, y también Gao, Caro y Ana Kuo, Nacho Huang, y está Oscar Zheng, y hasta Chen Ruiping. Y está mi hermana. Y mi viejo, allá lejos, pero lo llamo por teléfono y charlamos.
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